La llamada de Feijóo al transfugismo en el PSOE: ¿qué les pasaría a los diputados si votan contra lo que dice el partido?

Tras una masiva demostración de fuerza en la calle, el popular Alberto Núñez Feijóo encara desde hoy el debate de investidura, un examen clave del que, sin embargo, y salvo enorme sorpresa, ya se sabe el resultado, pues llega sin el apoyo requerido para formar un Ejecutivo. No será la primera investidura fallida de la democracia.

Se estrena como orador en el Congreso tras haber sacado este domingo a entre 40.000 y 60.000 personas a la calle en contra de la amnistía y transcurridos dos meses desde el revés en las urnas, que arrojaron una victoria insuficiente para alcanzar La Moncloa, por la necesidad de dos aliados, Vox y PNV, que eran y son incompatibles entre sí.

Propuesto como candidato por el rey Felipe VI, el líder del PP ha cosido 172 apoyos, al sumar al PP los 33 votos de Vox y los dos diputados de Coalición Canaria (CC) y Unión del Pueblo Navarro (UPN). Está a cuatro votos de la mayoría absoluta, situada en los 176, y en frente tiene más noes (179) que síes.

El giro de guión depende del PSOE y la llamada al transfugismo de Feijóo

Así las cosas, y pese a los insistentes intentos de atraer al PNV el único giro de guión depende de la bancada del PSOE. Los populares han llamado explícitamente a romper la disciplina de voto a los socialistas contrarios a que Pedro Sánchez pacte una amnistía con el independentismo catalán. Ese hipotético escenario, que ha acarreado para el PP acusaciones de transfuguismo y corrupción, es sin embargo muy complejo y no llama al optimismo en el seno del PP, pues en la Cámara Baja no se votará el miércoles ni el viernes amnistía sí o no, sino la elección de Feijóo como presidente.

El recuerdo del tamayazo sigue vivo en las filas del PSOE. Entonces, dos parlamentarios del PSOE, Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, tumbaron las expectativas de Gobierno del PSOE -dirigido por Rafael Simancas- e IU, que habían llegado a un pacto de legislatura. Fue el principio del fin de la posibilidad de que el PSOE gobernara en la Comunidad. Esperanza Aguirre logró el poder y el resto es historia.

En los últimos tiempos solo se abstuvo para apoyar la investidura de Rajoy tras la abrupta salida de Pedro Sánchez del liderazgo del partido. 66 diputados del PSOE se abstuvieron en octubre de 2016. Eso ahora se ve como una misión imposible con un Pedro Sánchez que controla como pocos sus filas y mantiene un liderazgo con más contestación entre las viejas glorias del partido que dentro del mismo donde ahora el líder está arropado por sus fieles. Solo Page alza la voz, como el barón con más tirón electoral del momento.

El PSOE califica de transfugismo los llamamientos del PP al transfugismo

La portavoz del PSOE y ministra de Educación y Formación Profesional en funciones, Pilar Alegría ha criticado los llamamientos de los 'populares' para que diputados socialistas voten a favor de la investidura de Feijóo. "Me parece un despropósito y absolutamente vergonzoso esos llamamientos que está haciendo el PP al transfuguismo. Estamos viendo a un PP absolutamente 'desnortado' desde el pasado 23 de julio. Sabe que no tiene un proyecto con el que atender a un país plural y diverso que es la España de hoy del SXXI" ha señalado. "¿Y este es el PP que se da golpes en el pecho hablando de constitucionalismo?... por favor un poco de respeto, los socialistas somos gente que nos vestimos por los pies, que somos gente seria y sabemos muy bien lo que vamos a decir este martes, no a la investidura de Feijóo" ha dicho.

Las consecuencias de convertirse en tránsfuga en la investidura de Feijóo

Existe un pacto llamado por la estabilidad institucional, firmado –en 1998 en su primera versión y renovado en noviembre de 2020– por los partidos mayoritarios, entre ellos por el PP, aunque este partido lo impugnó en 2021 tras la moción fallida del PSOE en Murcia, que señala que el transfuguismo es una "forma de corrupción".

En él se define claramente al tránsfuga como "a los y las representantes locales, autonómicos y estatales que, traicionando al sujeto político (partidos políticos, coaliciones o agrupaciones de electores) que los y las presentó a las correspondientes elecciones, hayan abandonado el mismo, hayan sido expulsados o se aparten del criterio fijado por sus órganos competentes. Se considerará tránsfuga asimismo la persona electa por una candidatura promovida por una coalición, si abandona, se separa de la disciplina o es expulsada del partido político coaligado que propuso su incorporación en la candidatura, aunque recale en otro partido o espacio de la coalición, sin el consentimiento o tolerancia del partido que originariamente lo propuso".

Pero la realidad es que ha sido doctrina reiterada del Tribunal Constitucional la imposibilidad de remover de su cargo representativo a aquellos representantes institucionales cuya representación ha sido conferida directamente por el Cuerpo Electoral, aun cuando han abandonado o han sido expulsados del partido político que los presentó. Con otras palabras, quien ha sido elegido directamente por sufragio universal por el pueblo no puede ser separado de la titularidad otorgada por el pueblo. Es decir, si un parlamentario del PSOE votara a favor de la investidura de Alberto Núñez Feijóo, sería considerado automáticamente un tránsfuga, según esta concepción, puesto que quebraría el "criterio" del partido, que es votar que no a la investidura del presidente del PP. Otra cosa serían las consecuencias de su decisión: si lo hace exclusivamente por razones de conciencia, sin que medie un soborno, un chantaje o unas coacciones sería expulsado de su partido y del grupo parlamentario.

En todo caso, y al margen del resultado aritmético, Feijóo se la juega en el Congreso, tras semanas de ruido interno en el PP, por un resultado electoral inesperado y cuando por delante le espera un futuro incierto como líder de la oposición o candidato en una repetición electoral.

El reto de convencer a los suyos: Feijóo también se juega seguir siendo el líder incuestionable del PP

El PP, que encumbró a Feijóo y le dotó de un aura de figura indiscutible, lleva dos meses de introspección analizando qué falló el 23 de julio. Entre las conclusiones más compartidas se alude al lastre que supusieron los pactos con Vox, sobre todo entre las mujeres, el voto de los pensionistas, temerosos a recortes, o el exceso de confianza demoscópica.

Algunos reprochan también la gestión mediática de la amistad de Feijóo con el narco Marcial Dorado, que el PSOE devolvió al debate público. Pese que ha perdido su condición de mirlo blanco del PP, los dirigentes territoriales escenificaron ayer un cierre de filas con Feijóo. Además, en la formación hay prudencia a la hora a la hora de cuestionar en primera persona a Feijóo, una vez superado el trauma que supuso sacar del liderazgo de Pablo Casado. En cambio, los reproches sí llegan a algunos de sus fichajes, como Borja Sémper, criticado por hablar en euskera en el Congreso.

En el hemiciclo Feijóo tendrá que ratificar ante los suyos que sigue siendo la mejor opción para el PP, aún cuando se cuestionan sus apelaciones al PSOE, la intención, después rectificada, de hablar con Junts, o su "bilingüismo cordial", con menor predicamento dentro de la M-30 que en la periferia.

A sus espaldas, Feijóo lleva cuatro mayorías absolutas en Galicia y lo que él mismo ha definido como una "mayoría parcial" en las generales. Sin embargo, ni ese argumento, ni la defensa sobre que gobierne el más votado, y tampoco la oferta de gobernar solo dos años para acometer pactos de estado, servirán para cuadrar los números.

Feijóo es, y así lo recuerdan los suyos, el primer candidato del PP que logra ganar unas elecciones generales a la primera, y ha defendido que es su deber democrático dar voz a los once millones de españoles que votaron cambio político en España.

Este martes tendrá oportunidad de hacerlo en un debate en el que, como en Galicia, podrá hablar sin límite de tiempo y marcar el paso a sus adversarios políticos. Si en la segunda votación, la del próximo viernes, el Congreso rechaza su candidatura a la presidencia, como está previsto, llegará de nuevo la incertidumbre, tanto si España va a nuevas elecciones como si Sánchez logra un nuevo mandato, de duración indeterminada.