Este jueves, 21 de septiembre, se celebra el día mundial del alzhéimer, una enfermedad que afecta al cerebro y que avanza tan rápido como la imaginación para tratar de retrasarlo o prevenirlo. Son muchas las personas que luchan contra este trastorno (en España unas 800.000), pero cuentan con gran apoyo. Es el caso de Gregoria, de 94 años, una usuaria de la residencia de Ballesol Mirasierra de Madrid que, gracias a su hijo, aficionado al saxofón, ha encontrado en la musicoterapia una forma de volver a sonreír.

Javier se dedica plenamente a su vida familiar. Todos los días, prácticamente, acude a ver a su madre a la residencia para tocar durante horas sus melodías favoritas. "Me llevo mi tablet con las partituras de las canciones que le gustan, como 'Dos gardenias' de Antonio Machín o 'Bésame mucho' de Consuelo Velázquez, y también alguna mía, más moderna, de Pink Floyd por ejemplo", cuenta a Informativos Telecinco el hijo de una mujer que lucha contra el alzhéimer desde hace más de una década.

Día mundial del alzhéimer, una enfermedad para la que no hay cura y que requiere investigación:

Javier asegura que se pone a ver fotos y, debido al alzhéimer, nota un gran cambio en su madre. La diferencia de hace un año es considerable y de hace dos, todavía más: "Ella está en el máximo grado de alzhéimer. Hay personas que viven menos porque los ataca más fuerte, y a otras las ataca más lento, pero la enfermedad no perdona", lamenta el hijo de Gregoria, que pide mayor visibilidad para los enfermos y mayor investigación.

Su madre ya no habla, cuando hace un año lo hacía, al menos como podía, ni tampoco anda. La enfermedad la obligó a entrar en una residencia, ya que le era imposible vivir sola como hacía hasta entonces. Ahora solo piensa que, gracias a la denominada 'saxoterapia', al menos ve que Gregoria disfruta junto a él. "Me llega a sonreír y para mí eso es tener un día maravilloso. Es una sensación para la que no tengo palabras. Puede que no recuerde cómo me llamo, pero percibe que esa persona es agradable para ella".

Los días grises cambian con la música. De estar apagada, Gregoria vuelve a estar más activa. La musicoterapia y sus efectos los destaca también Alba San José, psicóloga de la residencia Ballesol de Mirasierra: la experta asegura que la estimulación musical disminuye la ansiedad, la agitación y es útil en personas con alteraciones conductuales. Puede compensar también ciertas alteraciones del lenguaje. Para ella está claro que ayuda en la estimulación de funciones cognitivas superiores, como la atención, la concentración y la memoria, así como en otros aspectos como la interacción social, la movilidad y su calidad de vida.

"La música te entra por los oídos, pero te llega al corazón y cura el alma. Sin duda, la está ayudando", destaca Javier, que afirma que su madre, al escuchar las canciones que toca, ha llegado "a levantar las manos". Lo impensable para él. El hijo de Gregoria recomienda la musicoterapia para otros pacientes, además de tener "mucha paciencia", especialmente en estadíos anteriores. "Hay que estimular, hablando, tocando instrumentos o cantando, es imprescindible ante esta enfermedad", sentencia Javier, que cuando se ha ido de vacaciones, "escapadas cortas de unos cuatro días máximo", ha contratado a un auxiliar de la residencia para que esté con ella. No la abandona ni ausentándose. Y el personal del centro también le guarda cariño. Para ellos también ha ofrecido un concierto, así como para el resto de usuarios, junto a su banda de amigos, también aficionados al saxofón.

Alguno de los beneficios que ofrecen estas técnicas son los siguientes:

—} Aumento de la autoestima y motivación.

—} Aumento de la creatividad y la expresividad.

—} Autoconocimiento de uno mismo.

—} Conocimiento del entorno y respeto hacia los demás.

—} Provocar recuerdos, sentimientos inconscientes.

—} Provocar cambios en las emociones.

—} Provocar cambios en el estado de ánimo.

—} Sugerir imágenes y fantasías.

—} Facilitar la expresión verbal de los sentimientos.

—} Facilitar el mundo inconsciente del paciente