Cuando el calor apremia –algo que está sucediendo muy a menudo este verano– buscamos cualquier opción para refrescarnos; y una de las más habituales es tomar bebidas frías a las que habitualmente añadimos hielo para que su frescor aumente y se mantenga.
A simple vista, no es algo arriesgado incluir piezas de agua helada en una bebida para otorgarle una frialdad mayor que ayude a sentir cierto alivio por las temperaturas. Sin embargo, no siempre es lo más adecuado, sobre todo si no se emplea correctamente.
Como cabe esperar, si el agua del hielo es potable y ha sido conservada en buenas condiciones, no habrá ningún peligro asociado a su consumo. Por lo tanto, se trata más de una mala praxis que de algo relacionado con el propio hielo.
Sin embargo, si esto es así, existen algunos riesgos cuando lo usamos en bebidas. Estos son los principales:
Los riesgos de tomar bebidas con hielo no solo existen fuera del hogar, sino que estos mismos problemas pueden darse en nuestra casa. Por un lado, cuando compramos hielo en bolsas para que se conserve en el congelador, hemos de tener cuidado de que no se mezcle con otros alimentos.
Y por otro, existe la costumbre de congelar agua del grifo en cubiteras. Si el agua es de buena calidad, el hecho de congelarla no es peligroso, de modo que el problema lo encontraremos en el recipiente. Los que son desechables suelen resultar menos “conflictivos” siempre y cuando los hayamos tenido guardados en un lugar limpio. Más peligrosos son las cubiteras que se reutilizan constantemente. El hecho de usarlas y volver a llenarlas de agua sin haberlas lavado antes puede ayudar a que aparezcan bacterias indeseables para nuestro organismo.