El pistacho es una apuesta a medio plazo, porque la primera cosecha buena tarda en llegar unos siete años. Pero el cultivo del pistacho pisa fuerte en España, que ha duplicado su superficie cultivada en los últimos tres años.
Es un árbol resistente a la sequía y a las plagas, que aguanta temperaturas extremas y puede adaptarse muy bien a los efectos del cambio climático en el campo. Son cerca de 70.000 las hectáreas plantadas y, expertos en el sector, auguran un crecimiento mayor porque, aseguran, hay mucho mercado esperando.