No cabe duda de que el chocolate es uno de esos placeres a los que muy pocos se pueden resistir. No importa si es puro, con leche o chocolate blanco, los amantes de este derivado del cacao se cuentan por millones. Por esa razón, es importante saber cómo se ha de conservar para que mantenga el sabor y la textura que enamora a quien lo prueba. El principal problema lo encontramos en los meses de verano, cuando las altas temperaturas provocan que no se pueda preservar en los lugares habituales. El motivo es claro: el calor no es un buen aliado y quien más y quien menos se lo ha encontrado derretido en alguna ocasión.
Ante tal despropósito, la primera idea que nos viene a la cabeza es meterlo en la nevera. De ese modo, cuando vayamos a comerlo estará duro y en perfectas condiciones para saborearlo. Sin embargo, estaremos cometiendo un error que afectará a la calidad del chocolate. Así lo explican en Chocolates Artesanos Isabel: “Los cambios de temperatura pueden dar lugar a la afloración de grasa y esta grasa natural del chocolate puede absorber olores de otros alimentos. Además, la humedad y el frío blanquerían la superficie del chocolate y la pondría áspera”.
Este proceso se denomina “fat bloom”, y son otros especialistas como Chocolates Torras los que inciden en él: “El ‘fat bloom’ es el fenómeno que ocurre cuando los cristales de la manteca de cacao u otro tipo de grasas suben a la superficie cuando hay una brusca variación de temperatura y se vuelven a cristalizar en la parte superior. Cuando esto pasa en el chocolate se ve fácilmente, ya que adquiere un color blanquecino y pueden llegar a salir burbujas pequeñas”. Además, apuntan que una humedad superior al 75 % también puede hacer aparecer este efecto.
Dado que meter el chocolate en la nevera no es una buena idea porque se convierte en un alimento peor y que no aporta el mismo sabor y textura, ¿cómo hay que preservarlo para que no nos lo encontremos derretido? En este caso, las condiciones con las que se ha de guardar el chocolate han de ser las siguientes: una temperatura entre 15º y 18º y una humedad que no exceda el 60 %. Por lo tanto, hay que buscar la zona de la casa que más fresca se mantenga y almacenar las tabletas de chocolate en papel de aluminio o en una caja hermética.
No obstante, cuando las temperaturas se disparan, resulta muy complicado encontrar en los hogares alguna zona que esté fresca –más allá de las que tienen el aire acondicionado encendido constantemente–. ¿Qué hacer en ese caso? ¿Dejamos que se derrita y se convierta en crema de cacao o lo metemos en el frigorífico?
Lo más habitual es optar por el frío, de modo que se guarda el chocolate en la nevera. Claro que si se elige esta opción, habrá que preservarlo todo lo que podamos. Para ello es conveniente meterlo en un tupper o en una bolsa de plástico en la que haya la menor cantidad de aire posible. Asimismo, también es recomendable situarlo en aquellas partes del frigorífico que sean menos frías. Y por supuesto, cuando vayamos a comerlo, deberemos dejar que se atempere unos minutos si queremos degustarlo en todo su esplendor.