Madrid presenta este fin de semana un inusual aspecto: sin apenas coches, sin casi transeúntes en las calles. La ciudad ofrece su cara más apacible y amable, sin ruido y sin aglomeraciones de ningún tipo, en contraste con el paisaje que se vive en las playas españolas. Un Madrid en agosto que poco se parece al del resto del calendario.
Se estima que un millón y medio de madrileños han abandonado este puente la capìtal. Bien entrada la mañana de este domingo, el aspecto del Paseo de la Castellana o de la Plaza de Cibeles era distinto al habitual. Tan escaso es el tráfico que se anda plácidamente en medio de la carretera y se hace caso omiso al semáforo en rojo para el peatón. Un Madrid sin agobios en las paradas y donde es posible escuchar el sonido de una fuente o de las campanas. En agosto, son los turistas los que ocupan el centro la ciudad. Encontrar un madrileño entre tanto visitante es casi un acontecimiento.