Este mes de julio que termina es el más caluroso jamás registrado en la Tierra. Así lo adelantaron los científicos del Servicio de Cambio Climático Copérnico de la Unión Europea, y así se constata con la locura de tiempo extremo que se está viviendo estos días en todo el planeta. Un panorama dantesco en los cinco continentes.
Bolivia es el último ejemplo del azote de un tiempo extremo planetario, con distintas manifestaciones, a cual peor. El Titicaca, el lago navegable más alto del mundo, se seca.
Es el todo a la vez en todas partes: calor asfixiante en Estados Unidos de costa a costa, retroceso de los glaciares de los Alpes, como en el monte Zervino, devolviendo los restos de un escalador sepultado hace décadas; o tifones devastadores en Asia. El Doksuri ha irrumpido en China, tras su paso por Filipinas, donde dejó unos cuarenta muertos. Son los consecuencias del cambio climático.
Un auténtico desastre para todo el planeta, recordaba esta semana el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien lanzaba esta advertencia: "La era del calentamiento global ha terminado. Ahora llega la era de la ebullición global".
Este panorama desolador lo estamos viviendo también en el Mediterráneo, donde el calor extremo ha provocado en varios países una oleada de incendios sin precedentes.