La corriente en chorro (más conocida como jet stream, en inglés) es un fenómeno meteorológico clave en la regulación del tiempo en la Tierra. Si cambia su patrón de circulación, puede afectar a nuestro patrón meteorológico, y mucho. ¿Es lo que está ocurriendo en los últimos años? ¿Ha influido en las olas de calor extremo que está registrando el hemisferio norte desde hace semanas? ¿Está afectando el cambio climático a la corriente en chorro polar, la que más nos afecta en la península?
El mes pasado fue el junio más cálido registrado a nivel mundial hasta ahora, y julio arrancaba con los días más cálidos registrados jamás en el planeta. Días que batieron récords, uno tras otro, por encima de los 17 grados, y que se acabaron convirtiendo en una semana: la más cálida nunca registrada. El nuevo récord de temperatura media global son los 17,23 grados centígrados del 6 de julio. Nunca hasta ahora se habían superado los 17 grados de media.
El hecho es que vamos récord tras récord. Porque después, llegaron esas olas de calor extremo que han azotado estos días Asia, América y Europa. Vean algunos datos que nos deja la última semana:
Científicos consultados por el Financial Times apuntan que estas olas de calor simultáneas en EE.UU., Europa y Asia están siendo alimentadas por un nuevo patrón de la corriente en chorro, que crea una especie de "cúpulas de calor" o “domos de calor” (por su traducción del inglés “heat dome”). Y es un círculo vicioso. Porque estas olas de calor, a su vez, elevan las temperaturas en el planeta.
Las corrientes en chorro son corrientes de aire que circulan a gran velocidad (350 kms/hora o más) a 10.000 metros de altura, entre la troposfera y la estratosfera. Una especie de cinturones de aire que rodean el planeta, circulando de oeste a este.
Hay cuatro corrientes en chorro: dos polares y dos subtropicales. La que más afecta a España es la corriente polar del hemisferio norte. El aire que circula por encima de ese cinturón es más frío, y el que circula por debajo, más caliente.
Pero si cambian su patrón, su forma de circular, estas corrientes pueden tener importantes consecuencias en el clima del planeta. Y desde hace años, se advierte de que el calentamiento global puede estar afectando mucho a estas corrientes.
Como las regiones polares se están calentando más rápido que el resto del planeta, el contraste de temperatura (aire frío/aire caliente) que impulsa con fuerza esas corrientes ha disminuido. Las corrientes polares son ahora más débiles.
Al debilitarse, la corriente polar del hemisferio norte ha pasado de tener forma de anillo, que contiene el aire frío arriba y el cálido abajo, a ser una especie de culebra, llena de ondulaciones. En este gráfico de la NOAA se ve bien su evolución, y sus efectos.
Como consecuencia de esa mayor ondulación, el aire frío baja más que nunca y el cálido sube mucho más. Antes, la corriente en chorro garantizaba una cierta estabilidad en los patrones meteorológicos, ahora esos patrones son más caóticos.
Y en este nuevo patrón de circulación, de vez en cuando se producen ascensos "muy marcados, importantes y persistentes" de aire extremadamente cálido de latitudes muy bajas del planeta hacia latitudes muy altas, explica a EFE el meteorólogo de Meteored Samuel Biener. Es lo que habría ocurrido estas semanas.
Si esa corriente se ondula demasiado, se generan esas “cúpulas de calor”, aire muy cálido que ha emergido en Estados Unidos, China o el Mediterráneo. Esto, que antes ocurría de forma esporádica, es ahora más frecuente, asegura Biener.
El Financial Times explica que la corriente en chorro que afecta al hemisferio norte ha estado atascada, durante estas últimas semanas, en un patrón caracterizado por cinco grandes curvas en forma de U, denominado "número de onda 5".
Las “cúpulas de calor” que se forman por debajo de las curvas de la U elevan las temperaturas en los lugares donde se sitúan, porque el aire caliente queda atrapado ahí, y se sigue calentando. Es decir, esas “cúpulas” o “domos de calor”, son como gigantescas burbujas de aire caliente, que generan un calor sofocante durante un tiempo prolongado.
Aunque las olas de calor pueden ocurrir, y de hecho ocurrían, sin este nuevo patrón de circulación de la corriente en chorro, los científicos estudian si el hecho de que haya cambiado puede estar detrás de estas intensas y simultáneas olas de calor que estamos viendo en varios puntos del hemisferio.
Lo cierto es que las olas de calor prolongadas y simultáneas se han multiplicado por seis en el hemisferio norte desde 1980. Lo advertía la OMM hace unos días. Y avisan: estos eventos “seguirán creciendo en intensidad”.
De cara a las próximas semanas, los científicos apuntan que este patrón tan ondulado de la corriente en chorro puede continuar hasta agosto, aunque no descartan que cambie de ubicación, lo que alteraría qué regiones se ven afectadas por esas “cúpulas de calor”.
De momento, y en relación con España, los cambios en esta corriente en chorro, junto con el aumento insólito de la temperatura en los océanos desde hace meses - y en concreto de las aguas que nos rodean, el Mediterráneo y el Atlántico - van acercándonos peligrosamente al club de los 50 grados.
Es la estimación que hace The Economist de los países que, para mediados o finales de siglo, superarán los 50 grados al menos un día al año. En la lista están ocho países. Uno de ellos es España. El resto son todos del norte de África o de Oriente Medio. Esas temperaturas serán habituales para 2100 en el área mediterránea, advierten.
Climatólogos y meteorólogos consultados por NIUS, hace unos días, ya dan por hecho, también, que veremos alguna máxima de 50 grados en España (a la sombra, recordamos) en las próximas décadas. De momento, ocho de nuestras diez máximas históricas se han registrado en la última década. Estamos ya en los 47,6 grados. Y subiendo.