Hasta hace poco, decir que la noche había sido infernal era metafórico. Pero en muchos sitios ya es literal. De hecho, la propia AEMET plantea el término “noches infernales” para referirse a aquellas en las que el termómetro no baja de 30 grados en ningún momento. Ni de madrugada. Que ya se están dando: en los últimos años, hemos visto mínimas de 31, 32 o hasta 34 grados en España.
De momento no son habituales, pero cada vez las veremos más, como consecuencia del aumento de las olas de calor extremo. Porque están aumentando mucho las “noches tropicales”, aquellas en que el mercurio no baja de 20 grados. Y también las “noches tórridas”, en las que no baja de 25.
Un ejemplo. Sólo en esta ola de calor, se han batido tres récords absolutos de mínimas más altas en España:
Y no son casos aislados. En la madrugada de este miércoles, según la AEMET, “hubo unas 90 estaciones que hasta las 8 de la mañana no habían bajado de 25 grados”. Varias estaciones de la Comunidad Valenciana y Baleares no bajaron de 28 en toda la noche.
Entre las 6 y las 8 de la mañana es el momento más frío del día. Las temperaturas mínimas se suelen registrar en torno a las 7 de la mañana, en general. Y cada vez son más altas. Pero, además, si a las 7 de la mañana se registran temperaturas superiores a los 20 o 25 grados, eso supone haber pasado gran parte de la noche en torno a los 30 o por encima. Sea o no una "noche infernal" oficialmente, lo que es infernal es tratar de dormir con ese calor.
“Cuando tenemos esas noches tropicales o tórridas, eso puede significar que, en muchas ciudades del centro y sur de la península (Madrid, Toledo, Ciudad Real, Badajoz, Cáceres o Sevilla, por ejemplo) podemos estar claramente por encima de 30 grados al irnos a dormir, a 32 o 33”, explica Rubén del Campo, portavoz de la AEMET.
Y es algo que está ocurriendo cada vez con más frecuencia. No hay que ir muy lejos para constatarlo, lo estamos viendo estos días. Del Campo pone dos ejemplos:
El problema ya no es sólo la mínima que se registre al amanecer, "es que a la hora de irte a dormir la temperatura es altísima”. Y eso genera lo que se llama “estrés térmico”, que tiene un impacto importante en nuestra salud.
El climatólogo y responsable de ciencia de datos en la Fundación para la Investigación del Clima (FIC) Dominic Royé ha estudiado el impacto de ese aumento del calor nocturno. En 2021 publicó un estudio en el que analizaban cómo el exceso de calor y su duración, en esas noches tan cálidas, aumenta la mortalidad. Lo realizaron en varios países del sur de Europa, entre ellos España. Y la conclusión es clara. Hay “evidencias contundentes de que la mortalidad diaria está asociada con temperaturas nocturnas superiores a los 20ºC".
Por eso, Royé advierte que, cuando hablamos de calor, “no podemos fijarnos sólo en la máxima, y olvidarnos de la mínima”. Él lleva tiempo analizando la evolución de las temperaturas mínimas en Europa. Y sus datos son muy claros: en la península ibérica, desde 1990, las noches tropicales se han duplicado. O incluso triplicado, en algunas zonas.
“Las noches tropicales se han duplicado o triplicado en toda la zona mediterránea en general”, explica el investigador. En España, en concreto:
La evolución se ve muy bien en este mapa, que compartía en su perfil de Twitter.
“Las noches tropicales son uno de los indicadores que más ha aumentado” en las últimas décadas, advierte Royé. Y explica por qué.
El climatólogo explica que “las temperaturas mínimas están aumentando con mayor velocidad que las máximas, y eso se refleja en este aumento de las noches tropicales”. O en las noches tórridas, las superiores a 25 grados, que también están aumentando muy rápido.
Del Campo pone dos ejemplos del aumento de estas últimas: Madrid y Barcelona. “En Madrid, en el observatorio de Retiro, desde 1920 hasta 1987 no hubo ninguna noche tórrida. Desde 1988 hasta hoy ha habido 30, de las cuales cerca de 20 se han producido en la última década”. En Barcelona ocurre algo parecido. “En el observatorio de El Prat, desde 1924 hasta 2003 no hubo ninguna noche tórrida. Desde 2003 hasta 2020 ha habido 42”.
“Las noches tórridas, hasta finales del siglo XX no aparecían, y ahora casi aparecen todos los veranos en ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia. Las noches cálidas están aumentando muy rápido”, confirma Del Campo. “En general, en las últimas olas de calor hemos visto muchos récords de mínimas y no tantos de máximas. Vamos en esa línea”.
Pero no sólo preocupa ese aumento de la mortalidad asociado al calor nocturno. Hay estudios que han calculado que “a finales de siglo, podemos llegar a perder hasta 100 horas de sueño al año por este tipo de noches”, advierte Royé.
“No hace falta irse a ese efecto tan extremo, que es la muerte prematura. Las personas sanas van a tener un impacto importante con el aumento del calor durante la noche”. No poder dormir influye en rendimiento laboral, escolar, el estado de ánimo… Y para poder hacerlo, es básico bajar de pulsaciones. Cosa que se complica con el calor.
“El problema es que, con el estrés térmico, el cuerpo está todo el tiempo termorregulando, intentando enfriarse, trabajando. Y eso implica un riesgo para las enfermedades cardiovasculares o crónicas, sobre todo si ocurre varias noches seguidas”, explica el investigador. “Puedes tener 40 grados de día, pero si consigues descansar de noche, eso alivia. Si pasas una noche con ese estrés térmico, no le das oportunidad al organismo de descansar ni de recuperarse”. Y esto eso lo que está ocurriendo, cada vez más.
“Si la temperatura no baja de 30 hasta las 2 o 3 de la madrugada, y no tienes aire acondicionado, ¿qué haces?”, pregunta Rubén del Campo. “Normalmente, en España, cerramos las persianas y las ventanas durante la tarde y luego abrimos para ventilar, al acostarnos. Pero si en casa tienes 28 grados y fuera tienes 34, no abres, porque se te calienta la casa”.
Royé explica, además, que acostarse con más de 30 grados influye en las horas clave del sueño. "Las 3 o 4 primeras horas de sueño son muy sensibles, sobre todo, porque es cuando el cuerpo se apaga” para descansar. Y en esas horas, en las noches tropicales, tórridas o infernales, aunque durmamos a ratos, descansamos muy mal. En resumen: “Dormimos de forma ineficaz”.