El calor sofocante está siendo el gran protagonista de este verano, con temperaturas que suponen un suplicio tanto de día como de noche. Los aires acondicionados están funcionando continuamente, incluso en las noches tropicales que se están sucediendo, aunque no siempre sea bueno pasar toda la noche bajo su influjo. Y es que buscamos bajo las piedras cualquier remedio que nos permita estar un poco más frescos, especialmente si con ello ahorramos algo en la factura de la luz.
Uno de los trucos más habituales para mantener la vivienda fresca es la ventilación cruzada, la cual busca mejorar la calidad del aire y refrescar el ambiente.
En resumidas cuentas, la ventilación cruzada es una práctica que se lleva haciendo en los hogares desde hace siglos y que en ocasiones se nos olvida por el simple hecho de contar con un aparato de aire acondicionado. Consiste en abrir ventanas que estén situadas en orientaciones diferentes para que se cree una corriente de aire que recorra toda la vivienda, es decir, el “abrir para que entre corriente” de toda la vida.
El hecho de que se forme una corriente constante de aire en el inmueble proporciona los siguientes beneficios:
Obviamente, no es una técnica que vaya a mantener fresco el hogar durante todo el día. Eso es imposible si en el exterior las temperaturas se disparan durante las horas de sol. Sin embargo, sí que puede ayudar proporcionando un mayor frescor durante la noche y en las primeras horas de la mañana.
De hecho, con la ventilación cruzada hay que aprovechar esos momentos en los que la temperatura del aire es sensiblemente menor para refrescar toda la casa. Y eso sucede al atardecer, durante la noche y cuando sale el sol.
Es más, en el momento en que notemos que el aire que se cuela en la vivienda es más caliente, lo más adecuado será cerrar las ventanas, correr las cortinas y bajar las persianas lo máximo posible –sin necesidad de dar la luz–, para mantener el frescor en la medida de lo posible.
La ventilación cruzada no siempre es posible, sobre todo en algunas viviendas. Si bien las construcciones del pasado trataban de mantener el fresco interior durante los meses de verano –especialmente en las zonas donde hace más calor– colocando las ventanas en zonas estratégicas y utilizando materiales que permitían mantenerlas frías, las actuales tienden a ser homogéneas en cualquier región en que se sitúen, independientemente del clima. Además, en algunas de ellas todas las ventanas están colocadas en la misma orientación, lo que impide que se creen corrientes que refresquen las diferentes estancias.