Las temperaturas extremas como detonante en la violencia de género: hay más crímenes machistas tras una ola de calor

  • Lo advierte un estudio del ISCIII: tres días después de una ola de calor, aumentan los asesinatos por violencia machista

  • Constataron que, al día siguiente de una ola de calor, aumentan las denuncias por violencia de género, y cinco días después, las llamadas al 016

  • "El efecto (del calor en la violencia) no es inmediato. Y eso da cierto margen de maniobra para extremar las medidas preventivas en esos períodos"

Que el calor exacerba la violencia, en general, no es algo nuevo. "Las altas temperaturas se han asociado históricamente a comportamientos colectivos e individuales negativos. Hay una correlación bastante clara entre calor y crimen, por ejemplo". Lo advertía en NIUS, hace unos meses, Carlos Ruiz Mateos, director de Asuntos Públicos en Llorente y Cuenca.

Que el aumento del calor pueda aumentar la violencia de género, en concreto, no es algo tan estudiado. De ahí que investigadores del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) decidieran “analizar el efecto e impacto de las olas de calor sobre el riesgo de VPI (violencia íntima en la pareja)”, es decir, de violencia de género.

Y lo que vieron es que “el incremento de temperaturas se relaciona con un incremento de la violencia de género”. Y, además, con un patrón muy concreto. En declaraciones a NIUS, la autora principal del estudio, Belén Sanz-Barbero, insiste en que “la causa no es la temperatura, es el machismo y la desigualdad de género”. El calor sólo funciona como detonante. “El aumento del calor puede precipitar asesinatos que, si no se hubiesen producido por el incremento de la temperatura, se hubiesen producido en otro momento”, asegura la investigadora del ISCIII.

El calor extremo funciona como detonante

Sanz es especialista en violencia de género y violencia sexual en la Escuela Nacional de Salud Pública del Instituto de Salud Carlos III. Decidió investigar la posible relación entre calor extremo y violencia extrema junto con otros investigadores de esa institución, como los expertos en salud y calor Julio Díaz y Cristina Linares. Publicaron este estudio en 2018.

Los investigadores creen que es muy importante “identificar los posibles factores que precipitan la violencia de género e incorporarlos en los protocolos policiales para evaluar el riesgo”. ¿Es el calor extremo uno de ellos? A juzgar por los resultados de su estudio, lo es.

Analizaron los datos de temperaturas, de feminicidios, de denuncias por violencia de género y de llamadas al teléfono de ayuda 016. Todo ello en la Comunidad de Madrid, entre los meses de mayo y septiembre, de 2008 a 2016.

En el estudio se considera ola de calor cuando la temperatura máxima diaria, en la Comunidad de Madrid, supera el umbral de los 34 grados. “Durante ese periodo, cuando había más de 34 grados, se consideraba ola de calor. Cuando hay un asesinato, o una llamada, o una denuncia, sabemos qué temperatura había los días antes, y vemos si era mayor o menor de 34 grados”.

Con todos esos datos sobre la mesa, vieron una asociación clara entre el aumento del calor y el aumento de la violencia machista. El estudio concluye que “las olas de calor se asocian con un aumento de la IPV (violencia de género)”. Es decir, que el calor extremo funciona como detonante de la violencia machista.

El estudio constata una asociación, no establece una causa-efecto. Es decir, comprueba científicamente que cuando ocurre una ola de calor, aumentan esos comportamientos violentos. Y es importante, también, que esa asociación entre uno y otro no es inmediata.

Más asesinatos, más denuncias, más llamadas al 016 

Los investigadores constataron que “el efecto de un aumento de la VPI se retrasa en el tiempo, con diferencias según los indicadores de violencia analizados”. En el período estudiado, al día siguiente de la ola de calor aumentaron las denuncias policiales por violencia de género, a los tres días aumentaron los feminicidios y a los cinco días, las llamadas al 016.

“En el estudio vemos cómo 3 días después de una ola de calor se incrementaba el riesgo de asesinato machista, 1 día después aumentaban las denuncias y 5 días después las llamadas de ayuda”. Y saber esto es importante. “Ese decalaje entre la ola de calor y este tipo de violencia puede ser importante de cara a la prevención”, advierte Sanz.

Ese es, de hecho, el objetivo final del estudio: prevenir este tipo de violencia. Y gracias a él sabemos que, cuando hay olas de calor, como la que acabamos de pasar esta semana, hay que estar más pendientes de mujeres que estén en situación de riesgo. “Con temperaturas extremas existe un incremento de la violencia de género. Pero el efecto no es inmediato, se retrasa en el tiempo. Y eso da cierto margen de maniobra para extremar las medidas preventivas en esos períodos”, advierte Sanz.

La dinámica de la violencia machista: tres días

Explica la investigadora que los resultados del estudio concuerdan perfectamente con la dinámica de este tipo de violencia, que se sabe que suele alcanzar su punto álgido a los tres días de empezar una crisis. “Esta violencia no es algo que emerge de pronto, suele ser algo más planificado. Cuando empieza una crisis de violencia de género, alcanza su máximo a los tres días”. Eso es algo que ya está estudiado, recuerda, hay numerosa evidencia científica al respecto.

Se sabe que “este tipo de dinámicas de violencia de género culminan al cabo de los tres días. Y eso cuadra con nuestros resultados”, explica Sanz. “Primero se denuncia, después puede ocurrir el asesinato, y cuando ese asesinato no ocurre, una vez que pasa la crisis se busca ayuda”. Esa es la dinámica de este tipo de violencia machista. Y el calor extremo es uno de los factores que pueden desencadenarla.

Hay que tener en cuenta, por cierto, que, en la última década, el calor extremo se ha disparado. Hay más olas de calor y con temperaturas cada vez más altas. Y este estudio está hecho entre 2008 y 2016. Está por ver si en los últimos años, se han disparado también o no esos asesinatos machistas asociados a estos episodios.