Hace casi 90 años que apareció la primera bebida en lata, concretamente una cerveza de la marca Krueger. Desde ese momento el uso de este envase se ha extendido de tal manera que podemos encontrar latas de refrescos y bebidas alcohólicas casi en cualquier lugar al que viajemos. No en vano, en los días más calurosos del verano el sonido de la anilla abriendo la lata supone la promesa de tomar una bebida fresca cuando las temperaturas son muy elevadas. La pregunta que nos puede surgir en ese momento es si resulta higiénico beber directamente de la lata o es mejor echar el contenido en un vaso si es que se tiene a mano.
El diseño de las latas tiene como objetivo ofrecer al usuario la opción de beber directamente de ella. Por lo tanto, la duda que surge se refiere a si cuenta con la limpieza suficiente o si es posible que su superficie tenga gérmenes u otros microorganismos que puedan afectar a nuestra salud.
En ese caso entran en juego las medidas de seguridad e higiene que tiene el vendedor de la misma. En España todo el proceso de venta de latas de refrescos y cervezas está homologado y muy regulado para evitar ese tipo de situaciones. Las latas no solo pasan un proceso de lavado industrial, sino que además el material con el que están hechas es aceptado por las organizaciones que se encargan de la salud.
A todo ello hay que sumarle el hecho de que durante su transporte están envueltas en fundas de plástico que solo se abren en el momento de la venta por separado –en caso de que esta se produzca–.
Por lo tanto, la limpieza dependerá del vendedor final, es decir, de que se preocupe por mantener las medidas de higiene necesarias para que los consumidores no se vean expuestos a ningún agente patógeno en caso de beber directamente el contenido sin haberlo limpiado antes.
La respuesta a esta pregunta es afirmativa, ya que siempre que se limpia e higieniza algo se reducen las opciones de que los microbios lleguen a nuestro organismo. Así pues, tanto las latas de refrescos o cerveza, como el resto de alimentos son susceptibles de ser lavados . En el caso de estos envases será suficiente con usar agua y jabón, ya que de ese modo se elimina la suciedad.
Asimismo, cuando se compra la lata a un vendedor ambulante o cuando se duda de si ha estado almacenada de un modo correcto, lo más adecuado será lavarla antes de utilizarla como envase para beber. No obstante, si no es posible, será conveniente utilizar una pajita para no llevar los labios hasta la superficie.
Eso sí, en el caso de que se vaya a limpiar la superficie de la lata para beberse el contenido, no hay que hacerlo con la mano o con un trapo, ya que son métodos que no servirán. Por un lado, la mano ya de por sí tendrá gérmenes si no la hemos lavado antes. Y por otro, los trapos solo extenderán los microorganismos, ya que no se eliminan todos.