La devastación que dejan los conductores borrachos y drogados: “El que atropelló a mi hijo sabía que podía matarlo"

El hijo de María José, de 15 años, estaba esperando en la parada de autobús con su padre en la madrileña Plaza de Neptuno cuando un coche se subió a la acera y lo arrolló mortalmente. El conductor, que había triplicado la velocidad permitida, multiplicaba por siete la tasa de alcohol en sangre y dio positivo en cocaína. Aquello fue hace siete años, pero el dolor de esta madre sigue ahí. Su hijo fue víctima de los efectos que tienen las drogas y el alcohol de quién se pone al volante de un vehículo. "A mí ya me han destrozado la vida y nadie me puede devolver a mi hijo, pero yo le prometí que lucharía para que a nadie más le hicieran lo que nos han hecho a nosotros", admite.

Más de la mitad de los 854 conductores (51,9%) fallecidos en accidente de tráfico en 2022 que fueron sometidos a una autopsia y a un análisis toxicológico habían tomado antes alcohol (más de 0,3g/L), drogas o/y psicofármacos. Es el principal titular de la 'Memoria 2022 de hallazgos toxicológicos en víctimas mortales de accidentes de tráfico' presentado este martes por el Ministerio de Justicia. Se trata del porcentaje más alto de toda la seria histórica, que comenzó en 1996. Desde 2013, se ha incrementado un 8,8% y un 0,8 respecto a 2021.  “Son datos espeluznantes y, a pesar de eso, sigue pasando. Cuántos casos hay en el que un conductor da positivo en todo y no se le puede detener in situ, solo se le inmoviliza el vehículo. Así que pueden llegar a su casa y coger otro coche y acabar matando como el que mató a mi hijo”, asegura María José a NIUS.  

El aumento de la cifra de conductores fallecidos en accidente de tráfico que estaban bajos los efectos de las drogas y el alcohol del último año se debe principalmente al incremento del 2,9% en la detección de psicofármacos entre los conductores. Los más detectados fueron las benzodiacepinas, seguidas de los antidepresivos, los antiepilépticos y los opioides.

Pero hay más datos relevantes en el informe que demuestran el grandísimo impacto que supone el consumo de alcohol y la drogas en la siniestralidad vial. Las cifras están ahí: la presencia de drogas entre los conductores fallecidos se incrementó por encima de un 39% en comparación con el porcentaje de la población general de conductores en los que se ha detectado drogas. El alcohol fue la sustancia con mayor prevalencia entre las víctimas mortales de tráfico -estuvo presente en el 35,5% de los fallecidos-, seguido de las drogas (20,4%) y los psicofármacos (14,6%). Los conductores fallecidos con resultados positivos a alcohol arrojaron, en general, una tasa de alcoholemia muy alta -igual o superior a 1,2 g/L- lo que se correlaciona con intoxicaciones muy severas.

 Independientemente de si hubo consumos asociados de drogas de abuso, alcohol y/o psicofármacos, por sí sola, la droga más consumida fue la cocaína (12,9%), seguida del cannabis (10,1%). Esta última fue la droga más detectada en la franja de edad de entre 18 y 34 años y la cocaína entre la de 35 y 64.

Entre las víctimas mortales por accidentes de tráfico, el 70,3% eran conductores; el 18,2%, peatones, y el 11,3%, acompañantes. Y una abrumadora mayoría de los conductores que dieron positivo en consumo de alcohol, drogas o psicofármacos eran hombres, el 92%. El 63,6% tenía, además, entre 25 y 54 años. La mitad conducía un coche y uno de cada tres, una moto o ciclomotor.

Los accidentes mortales de conductores entre 18 y 34 años con resultados toxicológicos positivos se produjeron mayoritariamente durante sábados, domingos y festivos. Sin embargo, entre los de 35-65 años, estos ocurrieron en días laborables.

En cuanto a los peatones fallecidos por atropello en accidentes de tráfico y sometidos a autopsia, un 42,5% arrojaron resultados toxicológicos positivos a alcohol, drogas de abuso y psicofármacos, un 4,7% más que el año anterior. El 70% eran hombres; la mitad de ellos, mayores de 64 años.

El conductor que se llevó por delante para siempre a Iván fue condenado a cuatro años de prisión por homicidio imprudente. “Cuando has bebido alcohol y has consumido diferentes drogas, entre ellas, cocaína, además de psicofármacos muy por encima de las dosis terapéuticas, y conduces a velocidad extrema estás ejerciendo una violencia en estado puro porque sabes que puedes hacer daño a terceros”, señala.  

María José reclama que atropellos como el de su hijo no se consideren homicidio imprudente sino doloso para que la pena de cárcel aumente hasta los nueve o 12 años. “El conductor que mató a mi hijo era reincidente. A sabiendas de que el alcohol, las drogas, los psicofármacos y la velocidad extrema hacen que no tengas una conducción responsable, lo hizo. Sabía que podía matar como acabó haciéndolo”, asegura esta madre con la voz rota.