Son dos de las frutas del verano por excelencia. Cuando suben las temperaturas, el melón y la sandía comienzan a aparecer en las fruterías y los supermercados para deleite de quienes adoran su sabor y su frescura. Claro que cuando se compra una pieza no siempre responde a las expectativas, ya sea porque está demasiado madura, demasiado verde o porque resulta insípida.
Elegir el mejor melón y la mejor sandía no es una tarea sencilla. Su dura cáscara o corteza puede ofrecer algunas pistas de lo que nos encontraremos en el interior, donde esperamos una pulpa dulce y en perfecto estado. Sin embargo, no resulta fácil y en ocasiones nos encontramos con que no hemos acertado en el momento de seleccionar la mejor… hortaliza. Y es que, aunque se suelen considerar frutas, las sandías y los melones son de la familia de las cucurbitáceas y, por lo tanto, hortalizas. Otros ejemplos de equivocaciones similares son las alcachofas o los higos, que en realidad son flores.
Para tratar de aportar algo de luz a la complicada labor de seleccionar las mejores piezas del supermercado –en una frutería suelen ser las manos del experimentado frutero las que eligen–, la OCU expuso algunos consejos que pueden ayudar pero que no pueden considerarse infalibles.
Alimentos de temporada. Para asegurarse de que se encuentran en su mejor momento de maduración, lo mejor es comerlos durante la temporada en la que brotan. Y eso es entre los meses de mayo y octubre. De lo contrario, vendrán de otros países, con lo que el transporte supone para la recolección y la conservación.
La vista. El primer testeador que tenemos cuando vamos a elegir el mejor melón o la mejor sandía es la vista. Hay que fijarse en que las piezas no tengan grietas, ni golpes, ni defectos, ya que el interior puede haber sido afectado. Además, resulta recomendable fijarse en las que se encuentran en la zona superior de los cajones o montones donde se suelen apilar, dado que “suelen estar en mejores condiciones”, explican en la OCU. La vista también nos ayuda a comprobar si las piezas están maduras o no: los melones con un verde intenso probablemente aún no estén lo suficientemente maduros.
El tacto. Una vez que se ha hecho la primera prospección con la vista, es el momento de utilizar el tacto. En este caso, lo más adecuado es que su cáscara sea firme y dura, pues de lo contrario significa que estarán pasados (sobre todo los melones, que tienen una corteza más fina) o que han sufrido algún golpe. A continuación habrá que poner a prueba nuestra sensibilidad. En el caso del melón hay que apretar en la base, la cual debe ceder levemente. Eso indicará que ya está en su punto para ser consumido. Respecto a la sandía, el movimiento será golpearla con suavidad y, ayudándonos del oído, comprobar si suena hueca, pues significa que es el momento de abrirla para comérsela.
El olfato. Finalmente, conviene oler la zona en la que estaba unida a la planta, ya que es recomendable que huela a fresco.
Por otra parte, la OCU también se refiere a la posibilidad de comprar las piezas partidas, tal y como se ofrecen en los supermercados. “La ventaja es que a simple vista verás si están maduros. El inconveniente es que se pierde frescura respecto a un melón o una sandía recién cortados”, expone esta organización.