La cara amarga del verano la encontramos en el turismo de borrachera que en muchas ocasiones comienza en el avión que les trae a España. Turistas extranjeros para los que venir a nuestro país es sinónimo de desfase y descontrol.
En algunas ocasiones el avión se convierte en un bar de copas a última hora, con grados de alcohol en sangre acumulados desde hace muchas horas. Todos estos vuelos vienen de Gran Bretaña con destino Alicante o vuelos de vuelta.
Despedidas de soltero y turismo de borrachera, incluso antes de salir de su país, en el aeropuerto de origen. Lo saben muy bien los conductores de autobús que los reparten por los hoteles de Benidorm.
Mucha cerveza en mano a todas horas y euforia que se suele trasladar dentro de los aviones. Gente violenta que se niega a abandonar el avión a pesar de alterarlo hasta que se lo llevan entre el personal de seguridad y la Guardia Civil.
Muchos de ellos se enfrentan a delitos contra la navegación aérea con multas bastante serias.