Mantener el automóvil en buen estado es una obligación de cada propietario, ya que de ello depende tanto la seguridad del conductor y sus ocupantes, como la de los demás usuarios que circulan por las diferentes vías. Por ello, a partir del cuarto año los coches deben someterse a una Inspección Técnica de Vehículos que demuestre que son aptos para la conducción.
No cabe duda de que el momento de pasar la ITV es temido por algunos conductores, ya que en caso de tener una falta grave, deberá llevar a cabo su reparación inmediata para volver a la estación de inspección de cara a obtener el visto bueno. No obstante, no es algo que suela ocurrir, ya que la DGT apunta que “en España, ocho de cada diez vehículos superan la inspección técnica de vehículos (ITV) a la primera con informe favorable; esto asegura que sus sistemas y elementos garantizan la seguridad de los usuarios”.
Obviamente, si los operarios de las estaciones de ITV no encuentran fallos, el vehículo será declarado apto para seguir circulando. En caso de que sí hallen defectos, estos pueden ser de tres clases: leves, graves o muy graves. Dependiendo de su naturaleza, el resultado será favorable, desfavorable o negativo.
En otras palabras, solo se pasará la ITV si los fallos encontrados son declarados leves. En ese caso, no importará el número de defectos leves que sume, ya que el vehículo no supondrá un peligro. “Un vehículo tiene una falta leve en la ITV cuando este defecto no tiene un impacto directo en la seguridad o en las emisiones contaminantes. Estos fallos leves deben repararse y solucionarse tras pasar la inspección técnica. De lo contrario, pueden convertirse en fallos graves en la próxima ITV”, explica la DGT. Así pues, las informaciones que surgen apuntando que no se pueden tener más de cinco faltas leves son erróneas.
Respecto a estas faltas leves, desde la Dirección General de Tráfico especifican algunos ejemplos como la matrícula (arañazos o bollos que no impiden que se lea sin problemas), escobillas de parabrisas desgastadas, que el claxon supere los decibelios permitidos, desperfectos en la carrocería, una bombilla de posición fundida, etc.
Como se puede suponer, cuando los fallos son graves o muy graves, los propietarios de los vehículos no obtendrán una inspección apta, de modo que si siguen circulando en esas condiciones, podrán ser multados por las autoridades competentes.
En este punto hay que diferenciar las faltas graves de las muy graves. Las primeras ponen en peligro la seguridad y provocan que la inspección sea considerada favorable. Por ello, estos vehículos “solo podrán circular para ir al taller a repararlos”. Después deberán volver a pasar una nueva inspección en un plazo máximo de 2 meses –si no se sobrepasa este tiempo, el trámite será gratuito–.
En cambio, si los defectos encontrados son considerados muy graves, el resultado será negativo y el vehículo no podrá utilizarse. De hecho, para salir de la propia estación de ITV deberá emplearse una grúa que lo lleve hasta el taller para la consiguiente reparación. También cuenta con un plazo de dos meses.