¿Cuánto tiempo tardan los pulmones en limpiarse al dejar el tabaco?

Asegurar en la actualidad que el tabaco es malo para la salud no puede sorprender a nadie. Atrás quedaron las décadas en las que la publicidad incluso lo recomendaba como algo saludable. Nada más lejos de la realidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra en ocho millones las muertes que provoca cada año en todo el mundo.

Y no es de extrañar si se tienen en cuenta las sustancias químicas que contiene, de las que, según la American Cancer Society, “al menos 70 se sabe que causan cáncer”. De hecho, este organismo apunta algunas de ellas: “nicotina (sustancia química adictiva que produce los efectos en el cerebro que las personas quieren tener al consumir tabaco), ácido cianhídrico, aldehído fórmico, plomo, arsénico, amoniaco, elementos radiactivos como el uranio, benceno, monóxido de carbono, nitrosaminas específicas del tabaco e hidrocarburos aromáticos policíclicos”.

Un fumador habitual las introduce constantemente en su organismo, de modo que lo castiga hasta tal punto que si dejara de fumar, pasaría bastante tiempo hasta que sus pulmones se limpiaran.

Cómo evoluciona el cuerpo al dejar de fumar

Sobre los beneficios que aporta abandonar el consumo del tabaco también se ha pronunciado la American Cancer Society, que proporciona una serie de datos realmente esclarecedores:

  • 20 minutos después del último cigarrillo, tanto el ritmo cardíaco como la presión sanguínea bajan.
  • 12 horas más tarde, el nivel de monóxido de carbono en la sangre desciende a unos parámetros normales. 
  • La circulación sanguínea no mejorará ni la función pulmonar aumentará hasta pasados entre dos semanas y tres meses.
  • Asimismo, en un periodo de uno a nueve meses, disminuye la tos y la dificultad para respirar. Será entonces cuando se retome la capacidad para controlar las mucosidades de los pulmones y se reduzca el riesgo de infecciones. 
  • Un año más tarde disminuye un riesgo elevado de cardiopatía coronaria, reduciéndose a la mitad del que hubiera tenido en caso de continuar fumando. 
  • Hasta cinco años después no se reduce a la mitad el peligro de padecer cáncer de boca, garganta, esófago y vejiga.
  • Transcurrida una década, el riesgo de morir por cáncer de pulmón será aproximadamente la mitad al de una persona que todavía fuma. También habrá disminuido el riesgo de cáncer de laringe (caja sonora de la voz) y de páncreas.
  • Finalmente, a los quince años de dejar de fumar, las posibilidades de sufrir una cardiopatía coronaria son equivalentes a las que tiene una persona no fumadora.

Finalmente, esta organización explica lo siguiente: “La expectativa de vida para los fumadores es al menos diez años menor que la de los no fumadores. Dejar de fumar antes de los 40 años reduce en alrededor de 90 % el riesgo de morir de una enfermedad relacionada con el hábito de fumar”.

Otros beneficios de dejar de fumar

Las ventajas de abandonar el pernicioso vicio del tabaco no se limitan únicamente a una drástica mejora en la salud y un claro descenso en los riesgos a los que se enfrenta el organismo. Una vez que se deja de fumar, se obtienen otros beneficios como:

  • Se recupera el sentido del gusto y el sabor de las comidas mejora.
  • El aliento y el cabello dejan de oler mal.
  • También se recupera el olfato, que tiende a ser peor en los fumadores.
  • La salud bucal y el color de las uñas también mejoran.

El peligro de la abstinencia 

Como se ha podido comprobar, pasa mucho tiempo hasta que los pulmones se libran de los peligros a los que los fumadores los someten por su tabaquismo, de modo que las personas que quieran dejar este pernicioso hábito, han de hacerlo lo antes posible.

Eso sí, probablemente se enfrentarán a un periodo de abstinencia que no va a ser sencillo de superar, sobre todo para aquellos que fuman una gran cantidad de cigarrillos cada día. Según la web de los Centros para el Control y la Detección de Enfermedades de Estados Unidos (CDCs), los síntomas comunes de abstinencia son siete:

  • Tener deseos o ganas de fumar, el más lógico de todos teniendo en cuenta que la nicotina provoca adicción.
  • Sentirse irritado, malhumorado o molesto.
  • Sentirse nervioso e inquieto.
  • Tener dificultad para concentrarse en cualquier tarea.
  • Experimentar problemas para dormir y que la calidad del sueño no sea la más adecuada.
  • Sentir más hambre o subir de peso. La ansiedad por no poder fumar provoca que se coma más cantidad de alimentos, lo que redunda en una ganancia de peso.
  • Sentirse ansioso, triste o deprimido.

Para evitar caer de nuevo en el consumo y controlar mejor los síntomas, los CDCs ofrecen recomendaciones como mantenerse activo físicamente, estructurar el día para estar ocupado, conectar con otras personas y auto recompensarse con aquello que más se disfruta. De ese modo, dejar de fumar no será tan duro.