¿Qué ha podido ocurrir para que se haya perdido el rastro del minisubmarino, con cinco personas dentro, tras descender a aguas del océano Atlántico para ver los restos del naufragio del transatlántico Titanic, hundido en 1912 a 600 kilómetros de la costa de Terranova (Canadá)?
Es una pregunta que, por ahora, no tiene respuesta. La última conexión con el sumergible, de menos de siete metros de eslora y propiedad de la compañía OceanGate Expeditions, se perdió el domingo por la mañana (a las 10:00, hora de la costa Este de EEUU, 16:00 hora peninsular española). Desde entonces, los servicios de guardacostas de Estados Unidos y Canadá llevan a cabo una desesperada búsqueda contrarreloj. Aunque han detectado sonidos cada 30 minutos, el sónar no ha logrado guiar a los equipos hasta el batiscafo.
Esta vez, más que nunca, cada minuto cuenta. La reserva de aire total dentro de la cápsula submarina es de 96 horas. De no encontrar al sumergible y rescatar a sus pasajeros antes del mediodía del jueves, el desenlace será fatal.
La comunicación con el Titan, como se llama el sumergible, se perdió una hora y 45 minutos después de iniciar el descenso. La primera hipótesis con la que trabajan los equipos de rescate es que el submarino se haya quedado atrapado entre los restos del Titanic, una zona repleta de escombros en descomposición y con una orografía del suelo marino muy compleja. “El minisubmarino ha desaparecido y no sabemos si es porque ha sufrido una avería y se ha quedado enganchado en el fondo. Y el problema que hay ahí es la falta de oxígeno. Si no se les rescata en un tiempo rápido, acabarán muriendo todos”, asegura José Cubeiro, director general de ACSM Shipping, la compañía viguesa a la que se adjudicó el contrato de búsqueda, localización e inspección del pecio del pesquero gallego Villa de Pitanxo, hundido frente a la costa de Terranova y Labrador (Canadá) en febrero de 2022.
La búsqueda del sumergible, explotado con fines comerciales por la compañía OceanGate, está siendo extremadamente ardua. A lo remoto del lugar hay que sumarle las condiciones meteorológicas, la falta de luz, la temperatura del agua, la presión que ejerce y la profundidad del lecho marino en esa zona, a 4.000 metros. A esa profundidad es imposible que un ser humano sobreviva si no está dentro de un submarino. “En el fondo del mar hay muchas trampas y puede haber ocurrido cualquier avería técnica. El barco debe estar en posición de descanso en el fondo del mar al lado del Titánic y no es fácil un rescate de estas características. Hay que tener medios: robots determinados capaces de bajar a 4.000 metros de profundidad, que hay muy pocos, para intentar enganchar el submarino y subirlo como sea”, señala Cubeiro.
Los rescatadores asumen que el Titan no tiene capacidad para llegar a la superficie por sus medios. La idea ahora es trasladar a la zona lo antes posible un vehículo operado a distancia que puede sumergirse hasta 6.000 metros de profundidad para colaborar en la búsqueda. “Lo primero es encontrar el submarino y no hay ninguna coordenada de dónde se ha perdido. Es como buscar una cabeza de alfiler a 4.000 metros de profundidad; para volverse loco”, reconoce el director general de ACSM Shipping. “Más que un barco tendría que haber media docena de barcos trabajando, con media docena de robots, hacer cuadrículas de 500 metros por 500 metros, y asignar a cada barco una cuadrícula para intentar encontrarlo en una zona de nueve o 10 kilómetros cuadrados alrededor del Titánic. Pero eso lleva tiempo. Y cuando estás peleando con el oxígeno, hay que hacerlo antes que mañana”.
El precio de la ruta completa, de unas ocho horas, del submarino por pasajero es de 250.000 dólares (228. 534 euros). Saber si OceanGate tenía un protocolo de emergencias es aventurarse demasiado. “Este es un caso muy específico, de una empresa muy específica que se dedica a hacer buceo a 4.000 metros con un submarino con clientes que pagan. No sé que protocolo de emergencias puede tener. Es como si mañana mandas un cohete a Marte y se perdiera en mitad del espacio y luego hubiera que ir a buscarlo”, sentencia Cubeiro.