Cómo pueden alargar el oxígeno los pasajeros del submarino: “En calma y respirando despacio ganan tiempo"

  • “Al exhalar CO2 al respirar, este terrorífico gas está contribuyendo a que el poco aire que tengan se esté contaminando”, asegura José Luis Martín, que fue jefe de máquinas de un submarino turístico de pasajeros

  • La nave cuenta con 96 horas de capacidad de sostenimiento en caso de emergencia, y ese tiempo se acaba este jueves al mediodía

  • Los tripulantes del sumergible Piscis III consiguieron sobrevivir hace 50 años haciendo el mínimo esfuerzo físico

Faltan horas para que a las cinco personas a bordo del sumergible al que se le perdió la pista el domingo pasado en aguas de Terranova se les acabe el oxígeno dentro del habitáculo. La nave extraviada, propiedad de la compañía OceanGate Expeditios, cuenta con solo 96 horas de capacidad de sostenimiento en caso de emergencia. Y ese tiempo se acaba este jueves al mediodía.

Habían pasado menos de dos horas después de iniciar el descenso cuando se perdió la pista del Titan, como se llama el sumergible. La última conexión con la nave fue el domingo por la mañana (a las 10:00, hora de la costa Este de EEUU, 16:00 hora peninsular española). El objetivo del viaje era visitar los restos del Titanic, el transatlántico hundido en 1912 a 3.800 de profundidad a más de 600 kilómetros de Terranova.

La operación de búsqueda, en la que participan Canadá y Estados Unidos, está siendo contrarreloj. Cada minuto que pasa, el oxígeno dentro de la nave se agota un poco más. Pero, ¿sería posible que los cinco pasajeros del Titan pudieran alargar un poco más el tiempo de oxígeno?

Alargar la cantidad de oxígeno

“La respuesta es sí”. Lo asegura José Luis Martín, marino mercante, que fue jefe de máquinas de un submarino turístico de pasajeros. “La forma más inteligente de aprovechar el oxígeno es respirar muy despacio y estar en calma. Este es el comportamiento fundamental que hay que tener para alargar la cantidad de oxígeno que hay en el aire”, señala.

En otras ocasiones se ha conseguido. El caso más parecido ocurrió hace 50 años. Entonces, dos tripulantes británicos que viajaban en un sumergible comercial canadiense, el Piscis III, se quedaron atrapados durante 84 horas. Cuando les rescataron con vida apenas les quedaban 12 minutos de oxígeno.

Cuando el Piscis III se golpeó y se hundió, cayó en picado, a 65 kilómetros por hora, hasta el lecho marino. En aquel momento a los dos tripulantes les quedaban 66 horas de oxígeno. Así que cerraron los sistemas eléctricos y lo apagaron todo. Intentaron, entonces, hacer el mínimo esfuerzo físico para conservar el mayor oxígeno posible: ni hablar ni moverse. Y se situaron lo más alto posible en el submarino, ya que el aire viciado y pesado se asienta abajo, en el fondo.

Aire contaminado con CO2

“El principal problema que tienen los pasajeros del Titan ahí abajo es que al respirar exhalamos CO2 y este terrorífico gas contribuye a que el poco aire que hay -tres metros cúbicos, como mucho- en ese pequeño sumergible se esté contaminando”, apunta Martín. “Cada hora, cada día, la respiración es más difícil para los pulmones porque cada vez hay más CO2 disuelto en el aire. Lo que es un problema gravísimo”.

Cuando una persona se pone nerviosa, respira muy deprisa; por lo tanto, gasta mucho oxígeno y genera mucho CO2. La situación que están viviendo estos pasajeros es angustiosa y es muy probable que la ansiedad se les haya disparado. Seguramente, vayan sentados en el suelo, ya que no hay espacio para más dentro de la nave, que mide 6,70 metros de largo, 2,80 de ancho y 2,50 de alto. “Probablemente se hayan quedado sin electricidad y estén a oscuras, porque a 40 metros de profundidad ya no filtra la radiación solar y no hay ninguna iluminación. Y a oscuras, el miedo te devora y es muy difícil mantener la calma”, insiste Martín.

Ni hablar ni masticar

Es fundamental que tampoco se muevan ni hablen ni mastiquen. “Al hablar y masticar se consume mucho oxígeno, porque se mueve mucha musculatura”, señala este marino mercante. “Tampoco sé si llevan agua suficiente. Y con dos días sin beber, se pasa muy mal. No creo que hayan llevado más de una botella por persona. El tamaño de ese sumergible no permite transportar agua almacenada”, apunta.   

Normalmente, el aire se compone de 21% de oxígeno y 78% de nitrógeno en volumen y el otro 1%, otros gases. “El cuerpo humano puede tolerar una bajada de oxígeno hasta el 17%-18%, pero, a partir de estos valores, comienzan los fallos respiratorios”, explica Martín. “Al ir reduciéndose el volumen de oxígeno e ir aumentando el de CO2, hay una reacción fisiológica: comienzan las cefaleas, un malestar general, hormigueos en la musculatura, temblores, sensación de vómito…”.

Muerte dulce

De no restablecerse ese oxígeno, el desenlace es fatal. Lo que se llama la muerte dulce. “El problema de respirar CO2 es que te vas durmiendo y durmiendo hasta que al final te mueres. Te mueres porque no respiras oxígeno, no porque el CO2 sea un gas venenoso”, asegura Martín.  

Martín recuerda un pequeño amago de accidente en 1992 cuando trabajaba en un submarino en aguas de Marbella (Málaga) a 30 metros de profundidad. “Un día, en una inmersión con turistas, saltó un interruptor automático. Y como yo era el jefe de máquinas intenté subir el interruptor para que los motores eléctricos volvieran a tener electricidad, pero no podía, no había forma de volver a activarlos. Y si no había electricidad, no había forma de salir a la superficie. La tripulación nos quedamos muy calmaditos y no dijimos nada al pasaje hasta que conseguí encender el interruptor, tener electricidad y subir a la superficie”, recuerda. “Se pasa muy mal abajo”, reconoce.