Por "mi físico", "ser diferente", "porque me tienen manía" o simplemente porque "era una broma", son algunos de los principales motivos de acoso según UNICEF, que recuerda la importancia del Coordinador de Bienestar y Protección como una "figura clave para prevenir y detectar la violencia en el ámbito escolar".
Sin embargo, la organización asegura que solo el 3,3 por ciento de los adolescentes diría que está sufriendo acoso escolar y el 2,2 por ciento ciberacoso.
El acoso es una lacra que se ha extendido al mundo de las redes sociales. Por eso, Ildefonso Álvarez Marín ha decidido investigar y poner herramientas a través de los profesores y docentes para evitar que los niños tengan que sufrir este maltrato.
Ildefonso Álvarez Marín ha obtenido el grado de doctor por la Universidad de La Rioja con una tesis que pone a disposición de los docentes un cuestionario breve para detectar en el aula, de forma rápida y sencilla, casos de acoso y ciberacoso entre adolescentes. Esta nueva herramienta facilita la alerta temprana sobre estas situaciones de forma fiable y eficaz.
La tesis, titulada 'Acoso y Ciberacoso Escolar: Evaluación y Ajuste Psico-social', ha sido desarrollada en el Departamento de Ciencias de la Educación bajo la dirección de Eduardo Fonseca Pedrero (Universidad de La Rioja) y Vanesa Martínez Valderrey (Universidad de Valladolid). Ha obtenido la calificación de sobresaliente 'cum laude'.
Esta investigación ha dado lugar a tres artículos científicos y ha sido financiada por el Ministerio de Ciencia e Innovación de España (MICINN) y por las Ayudas Fundación BBVA a Equipos de Investigación Científica 2017.
Según indica Ildefonso Álvarez son varios los síntomas a los que se debe prestar atención para detectar una situación de acoso o ciberacoso escolar en adolescentes: en primer lugar, la pérdida de interés por las tareas escolares, una disminución del rendimiento académico y, sobre todo, dar excusas para no ir al colegio. En segundo lugar, el aislamiento del menor (por ejemplo, no tener amigos y evitar las situaciones que requieren contacto social).
También pueden aparecer insomnio o pesadillas recurrentes, alteración del apetito y síntomas de estar sufriendo un episodio depresivo o enfermedades psicosomáticas. En los casos más graves, el menor puede presentar heridas o magulladuras, le pueden faltar objetos personales o dinero, presentar una tristeza injustificada e irritabilidad y nerviosismo.
Es muy importante observar si se han producido cambios de actitud o en sus comportamientos cotidianos. En el caso del ciberacoso, además de los síntomas anteriores, puede aparecer un desinterés por el uso del móvil o de internet o nerviosismo cuando los emplea.
Este cuestionario -denominado European Bullying and Cyberbullying Intervention Project Questionnaire (EBCIP-QB)- es una versión reducida de los que se emplean habitualmente para evaluar el acoso escolar presencial (EBIP-Q) y online (ECIP-Q), que rebaja de 36 a solo 12 las preguntas necesarias para alertar sobre estas conductas. Su brevedad lo convierte en un instrumento idóneo para ser aplicado en contextos escolares.
"Con este test salen a la luz situaciones de las que muchas veces los profesores todavía no son conscientes, lo que permite una alerta temprana esencial para implementar programas tanto preventivos como de intervención psicológica", explica Ildefonso Álvarez.
Está diseñado para su aplicación colectiva en el aula, en formato físico de papel o mediante una aplicación para formularios de Google, entre estudiantes de 14 a 18 años. Las respuestas son voluntarias y confidenciales, previo consentimiento informado de los padres o tutores legales de los participantes.
El test recoge las cuatro dimensiones en las que se estructura el maltrato escolar: victimización, agresión, cibervictimización y ciberagresión. Para su elaboración se han recopilado ítems de los cuestionarios originales, teniendo en cuenta tanto criterios teóricos (conductas más habituales en el acoso y el ciberacoso) como psicométricos (mejores índices de ajuste).
"En el caso del acoso -explica el investigador-, los actos más comunes son físicos (por ejemplo, empujones, golpes, patadas), verbales (por ejemplo, insultos) y psicológicos (por ejemplo, amenazas). Respecto al ciberacoso, los indicadores se refieren a insultos directos, indirectos o amenazas mediante mensajes de texto".
Esta tesis avala, además, la validez y fiabilidad de las puntuaciones de los cuestionarios EBIP-Q (European Bullying Intervention Project Questionnaire) y ECIP-Q (European Cyberbullying Intervention Project Questionnaire) para la evaluación del acoso y ciberacoso escolar entre adolescentes españoles.
La investigación corrobora también la asociación entre dificultades socioemocionales y acoso: los adolescentes implicados en situaciones de maltrato escolar evidencian problemas de autoestima, síntomas de depresión y dificultades conductuales y sociales. "Las personas con mayor probabilidad de ser víctimas suelen mostrar un bajo nivel de autoestima y de satisfacción corporal, y alta ansiedad social; aquellas más propensas a ser agresoras presentan baja empatía y autocontrol. Además, el comportamiento agresivo en el contexto escolar se asocia a la sintomatología depresiva y a la búsqueda impulsiva de sensaciones", detalla Ildefonso Álvarez.
El riesgo de convertirse en víctima disminuye si se posee un buen repertorio de habilidades sociales y de técnicas de resolución de conflictos. Por otro lado, el alumnado con menor probabilidad de ser agresor presenta una elevada empatía. Para realizar este estudio, los problemas se han dividido en emocionales, de conducta, con compañeros e hiperactividad. El análisis de los resultados se ha centrado principalmente en autoestima, sintomatología depresiva y dificultades conductuales y emocionales.
La autoestima se asocia a sentimientos de dignidad y aprecio, actitud positiva y respeto por uno mismo, y sensación de competencia. Se ha medido mediante la escala de autoestima de Rosenberg. La sintomatología depresiva incluye tristeza, desesperanza, desinterés por realizar las actividades diarias, desórdenes del apetito, insomnio o hipersomnia e irritabilidad. Se ha evaluado mediante la escala breve para la Evaluación de la Depresión en Adolescentes de Reynolds.