El caso del pequeño Markel, un niño de nueve años con parálisis cerebral que tuvo que esperar 12 horas a que una ambulancia lo llevara desde el hospital a casa, ha puesto a prueba las carencias del servicio en Santurce (Vizcaya). No hay personal para atender los traslados sanitarios y aunque la denuncia de los padres del niño ha llevado a la empresa responsable a reforzar el servicio, hay todavía hay bajas sin cubrir.
Markel sonríe a la vida pese a que la vida no se lo ha puesto nada fácil: tiene parálisis cerebral, epilepsia refractaria y otras patologías asociadas. Tras someterse a una intervención necesitaba una ambulancia para volver a casa. La solicitaron a las 11 de la mañana y llegó casi a las 11 de la noche.
“Es que nadie, nadie puede estar tantas horas esperando a una ambulancia”, denuncia su madre, que cuenta que en ese intervalo llegó una, pero no estaba preparada. “Le faltaba la tabla para manipularle de la cama a la camilla y luego una vez en la camilla en el portal para poder subirle a la cama del domicilio”, señala.
Por eso, sus padres van a presentar una queja para que esto no se vuelva a repetir, ni con Markel ni con nadie.
Los propios trabajadores de la empresa de ambulancias aseguran que estos retrasos se producen porque falta personal_ “Es muy triste, pero desgraciadamente lo sufrimos todos los días, porque igual que es un crío es una persona mayor, demenciada”.
Hay un 20 por ciento de ausencias que no se cubren y eso crea retrasos e, incluso “muchos pacientes se quedan sin terapia”.
La empresa ha pedido disculpas, dice que va a reforzar el servicio, pero, al parecer, también echa balones fuera. “Dice que no sabía que era un menor”, “que tampoco recibieron la información correcta”, denuncia la madre de Markel.
Pese al calvario vivido una sonrisa del pequeño de nueve años hace que a sus padres se les olviden todas las piedras en el camino.