Este lunes ha continuado el juicio contra el asesino confeso de Romina Celeste, su marido Raúl Díaz, quien en la primera sesión, la pasada semana, confesó con un frialdad haber matado y descuartizado a la joven hace cuatro años, en Lanzarote.
Sucedió exactamente en la madrugada de Año Nuevo de 2019, cuando acabó con su vida, quemó su cuerpo y se deshizo de sus restos sin dar la ubicación exacta de los lugares donde los arrojó en varias bolsas.
En la sala, Miriam Rodríguez, la madre de Romina, se ha enfrentado por primera vez al asesino de su hija y le ha hecho una petición: “Que me diga dónde están los restos de mi hija para poder llevármelos. No el pequeño pulmón, que voy a llevar, pero si pudiera… que diga donde están los otros que me faltan. Porque yo no creo que haya tirado todo al mar. No creo. Espero que se toque el corazón y que diga dónde están para poder llevármelos. Yo quisiera, lo poco que queda de mi hija, llevármelo. Solo pido eso”, ha dicho, antes de entrar en la sala de los juzgados, donde un grupo de personas, con banderas de Paraguay y pancartas de apoyo, la han arropado.
‘Todos somos Romina’, se leía en los carteles, entre los que había otros clamando justicia para ella y la familia.
Entre gestos de cariño, Miriam ha agradecido la presencia de todos ellos a las puertas de la Ciudad de la Justicia de Las Palmas, donde se está celebrando el juicio; un juicio que, ha dicho, ha tardado demasiado en llegar.
“Esperar cuatro años y cinco meses para esto es mucho; es mucho dolor. Cada día duele más”. “Es un dolor que no se puede explicar”, ha señalado, mientras portaba en sus manos un retrato de la joven.
Faltan las palabras porque, además, el asesino confeso, que lleva más de cuatro años sin especificar dónde arrojó los restos de Romina, está en libertad provisional.
La frialdad del asesino confeso también sorprendió a los propios agentes desde el primer momento. No denunció su desaparición hasta pasada una semana: “Yo no denuncio porque a mí me da igual donde esté. Yo no voy a denunciar”, les dijo, según han relatado en la sala.
Ella sufrió diversos episodios de malos tratos que la llevaron al hospital. Estaba aterrorizada. “La agrede con habitualidad y tiene miedo de él. De hecho, dijo: ‘Creo que la próxima vez no lo cuento’”, han declarado en juicio.
Sobre ello, de hecho, la madre de Romina denuncia que “si hubiesen ayudado” a su hija, “ella estaría viva”: “No se movió el protocolo en el hospital ni tampoco la amiga le ha ayudado. Si le hubiese ayudado la amiga, supuesta madrina (de su boda), hubiese estado viva mi hija; no estaría presente yo aquí”, ha dicho, cargando contra la forma en que procedieron y convencida de que, si en el centro médico hubiesen activado protocolos por violencia de género o si su amiga le hubiese avisado de la situación que atravesaba con su marido, hoy seguiría con vida”.
En la sala, precisamente, también ha estado en esta segunda vista una amiga de la pareja, que ha expresado que el asesino confeso dio muestras de arrepentimiento por las formas en que trataba a Romina tan solo unos días antes de matarla.
Ahora, Raúl Díaz ha confesado el crimen sin apenas inmutarse. Reconoce todos los hechos de los que se le acusa y por los que se le juzga, tales como son el delito de homicidio, maltrato habitual, lesiones, profanación de cadáver y simulación de delito.
Tras su confesión, el acusado será probablemente condenado por la Sala a 15 años, nueve meses y cuatro días de prisión tras haberlo pactado las partes porque, según ha expuesto el abogado defensor de Raúl Díaz, el presunto autor de los hechos "ha valorado el dolor que ha causado" a la familia de Romina y a la suya propia, y lo que quiere es "acabar con esto".
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