La surrealista historia de Ricardo Román: okupan su casa en Sevilla y la Policía le detiene y entrega sus llaves al morador
Ricardo Román, un hombre desempleado de 55 años, denuncia que le okuparon su vivienda y la Policía le detuvo a él
El okupa hace negocio con su vivienda, mientras que él, desempleado, tiene que vivir en otra casa pagando 500 euros
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Ricardo Román, un hombre desempleado de 55 años, y su hermana Laura, con una incapacidad al estar enferma de Parkinson, están viviendo una situación “desesperada”. Un individuo okupó su vivienda en el centro de Sevilla y, no solo, no han logrado recuperar el inmueble, sino que, además, el propietario llegó a pasar una noche en el calabozo. Cabe recordar que en España, solo en el año 2022, se registraron 16 726 denuncias por allanamiento, principalmente por usurpación.
Los dos hermanos tienen la propiedad compartida de una vivienda en la calle Monsalves, en el centro de Sevilla, que heredaron de sus padres. Esta iba a ser utilizada por su hermana, que se tiene que desplazar desde Ubrique hasta la ciudad una o dos veces por semanas por motivos médicos, y a partir del 11 de diciembre de 2022 como vivienda habitual por Ricardo Román, a quien se le acaba el contrato de alquiler de la casa en la que reside y por la que paga 500 euros estando desempleado. Sin embargo, un okupa truncó sus planes.
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El caso de Ricardo Román
El calvario de esta familia comienza el 1 de diciembre de 2022, cuando Ricardo Román llama a un cerrajero al no poder abrir la cerradura de su casa. Pensó que su hermana o la mujer de la limpieza se habían dejado la llave dentro, pero al acceder al inmueble encontró a un hombre que le mostró un contrato de alquiler del 26 de noviembre de ese mismo año, según publica ‘Diario de Sevilla’ en una historia que también ha denunciado en 'El Programa de Ana Rosa'.
Entonces, llamó a una de sus hermanas para avisar juntos a la Policía. Los agentes se personaron en la vivienda y, aunque Ricardo Román les indicó que tanto el contrato como la llave eran falsas, le indicaron que “no podían hacer nada”.
Un día después, Ricardo Román se acercó de nuevo al inmueble y accedió a las zonas comunes. Al ver que el okupa abandonaba la vivienda cargando una mochila y bolsas de plástico, probó a acceder a la misma con su llave y lo consiguió. Entonces, pensó que el okupa se había marchado porque no vio ninguna pertenencia de este en el piso.
Ese día, el propietario pasó la mañana en el piso y después subió a casa de unos vecinos. Entre tanto, sus hermanas llegaron el coche a la vivienda, aparcaron en su plaza de garaje y entraron en ella. Estando allí, notaron como alguien abría la puerta con unas llaves y dando una patada a la puerta: de nuevo había aparecido el okupa, esta vez acompañado por un menor y cuatro policías.
Los agentes registraron la vivienda, donde no hallaron pertenencias del okupa y la hermana de Ricardo Román les mostró las escrituras y su certificado de discapacidad, argumentando por qué estaba en su casa.
Además, una de las hermanas reconoció al okupa, un inquilino de otro piso del edificio, y les facilitó el teléfono de su casero. Este les dijo que, efectivamente, el okupa residía en su piso y tenía fecha de lanzamiento el 13 de diciembre. Además, señalo que Ricardo Román y sus hermanas eran los legítimos propietarios de la vivienda.
No bastó. Para su sorpresa, los agentes les preguntaron si habían cambiado la cerradura e identificaron, esposaron y detuvieron a Ricardo Román, que pasó la noche en los calabozos. Además, recomendaron a Laura retirar el vehículo de la plaza de garaje.
Tras ser puesto a disposición del juzgado de Instrucción número 3 de Sevilla, fue puesto en libertad y el magistrado archivó la causa, constando que la vivienda era de su propiedad y de su hermana y que el okupa tenía un contrato de arrendamiento falso y una llave falsa.
Los dueños del piso han denunciado al okupa por un delito de allanamiento de morada y otro de falsedad documental y a los agentes por detención ilegal y prevaricación, pero aún siguen en una situación “desesperada” al no haber logrado recuperar su vivienda. Ricardo Román, desempleado y al que se le acaba la prestación en septiembre, está sin vivienda; mientras, el okupa de su casa cobra 900 euros y hace negocio con una de las habitaciones del piso.