Manuel, el identificado como asesino confeso de su hermana y su sobrino en Las Gabias, Granada, el pasado sábado 27 de mayo, se ensañó con ellos, según los investigadores. Tenía todo planificado. El día del crimen iba armado con una escopeta y un martillo, aunque fue una lanza de hierro artesanal lo que presuntamente utilizó para acabar con sus vidas.
Durante la reconstrucción de los hechos, el acusado del doble asesinato se mostraba nervioso, poco colaborador, negando con la cabeza. Según la investigación, primero haría acabado con la vida de su sobrino, de solo tres años. Después con la de su hermana, Rosario, embarazada de ocho meses.
Entró a la vivienda con una mascarilla y una gorra para no ser reconocido, entreteniéndose con los perros, que le conocían, para que no ladraran. La Guardia Civil tardó horas en conseguir que confesara. Fue el domingo cuando fue llamado a declarar junto a su madre, a la que engañó diciéndole que tenía el coche roto para ir en su lugar en taxi. No quería acudir a declarar en su propio vehículo porque sabía que lo reconocerían como el que utilizó para trasladarse hasta el lugar del crimen.
Tras declarar durante horas, finalmente se derrumbó. Las imágenes que el marido de Rosario había visto en su móvil, captadas por la cámara de seguridad conectada a la alarma del domicilio, tampoco dejaron lugar a dudas: a pesar de que iba tapado, con la mascarilla y la gorra, que impedían su identificación, sus características únicas, su nariz prominente, su complexión, sus andares… Su propia madre lo identificó en esa imagen.
Con toda esta información, y por todo lo recabado, los agentes del Equipo de Inspecciones Oculares desplazado desde Madrid buscaban en el descampado cercano a la vivienda de Rosario, donde el detenido había señalado, estaba el arma del crimen; la lanza de hierro artesanal y todos los demás objetos como el mechero con el que prendió el colchón donde dejó los cadáveres cubiertos con una manta. También registraron el vehículo utilizado por el sospechoso, y grabado por las cámaras en la urbanización. Se ensañó, según los investigadores, y era previsible encontrar los restos biológicos y sangre hasta en el coche.
De 36 años, residente en Torredelcampo, Jaén, vivía independizado de su madre, viuda hace pocos meses, y trabajaba con los olivos de las tierras heredadas de su padre.
Ya en el funeral de éste tuvo la primera discusión con su hermana, según vecinos presentes. El progenitor repartió las tierras entre sus dos hijos, y ahí comenzó el conflicto que ha acabado con los asesinatos, según la Guardia Civil.
Más allá, consideran que el presunto asesino siempre ha mostrado celos hacia su hermana, que estudió Farmacia, se marchó del pueblo y prosperó, mientras él se negó a estudiar, trabajando en el campo. Eso, según los investigadores, le frustró.
Según algunos vecinos, Rosario instaló cámaras en su vivienda de Las Gabias porque varias veces habían entrado en ella y le habían quemado los pinos del jardín. Hoy, en la plaza, lamentando la tragedia y la crueldad de los hechos, muchos insisten en lo mismo: “Seguro que fue Manuel”.