La sequía está provocando cambios desde la forma de trabajar hasta estrategias desesperadas para salvar los cultivos. El calor y la sequía han llevado a los agricultores de la Axarquía malagueña a tomar medidas para intentar salvar sus cultivos de mango y aguacate.
Los agricultores han pintado de blanco los troncos de los árboles, porque de esta forma el sol les afecta menos y reducen su necesidad de agua en unos cultivos, que exigen abundancia de riego.
Con las reservas de agua para el consumo y la agricultura se encuentran al 40,7%, según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, los agricultores buscan fórmulas para salvar sus cosechas, asfixiadas por las altas temperaturas y la falta de lluvia.
Y algunos han puesto sus parcelas en venta o los brócolis en Lébrija, Sevilla, endurecidos por la falta de agua han tenido que dárselos a los animales como alimentos porque son inservibles para el mercado.
En Tarragona no hay agua para regar y las restricciones se extienden en Cataluña, donde los camiones llevan el agua. Las ovejas y cabras de Manuel ya no salen a pastar porque no vale la pena. El pastor tiene que comprar el pienso y forraje, que el precio está por la nubes. Sin agua y sin comida, ya no sabe qué hacer, porque le cuesta el doble mantenerlas.
Un hotel de Girona ante la falta de agua ha optado por llenar la piscina directamente cogiendo el agua de mar. Después le aplica productos para que esté apta y así salvar las restricciones y mantener el servicio a los huéspedes.