Las relaciones sexuales de las personas con discapacidad las han sacado a la luz el cine con películas como 'La consagración de la primavera'. Sin embargo, estos colectivos llevan años reclamando no ser tratados como seres asexuados sin derecho sobre sus propios cuerpos. La historia de Melanie Hawkes es la prueba de esta invisibilización. A sus 43 años y con una parálisis de nacimiento pagó para tener su primera experiencia sexual en Perth, Australia.
Melanie Hawkes, en silla de ruedas desde los 3 años por una mielitis transversa que le impide andar, ha contado a los medios australianos su primera experiencia relación con un asistente sexual. Tenía 43 años y el covid agravó su estado por lo que necesitó masajes y su auxiliar le contó que existían un servicio de sexo a cambio de dinero específicamente para personas con discapacidad.
La única experiencia más cercana al sexo, que ella había tenido, fue durante su vida universitaria con un chico que le gustaba, pero que recibió las burlas de los demás. Así que aquella platónica ensoñación desapareció y se despidió de tener una relación de pareja. Su deseo lo dejó sublimado entre otros intereses.
Tras conocer que existían asistentes sexuales, Hawkes decidió recurrir para experimentar la sexualidad negada. Buscó una web en la que se ofrecían y contactó con uno, que a diferencia del resto, tenía una fotografía en el perfil. Lo llamó y lo contrató para que le diera un masaje erótico de dos horas.
"Me decepcionó que la mayoría de los hombres no mostraran sus rostros", contó Melanie Hawkes a un periódico. Si estaba pagando un buen dinero, alrededor de 400 euros por hora, según la experiencia, quería saber qué iba a obtener por ello".
Al final contactá con Chayse, que "tenía experiencia con clientes discapacitados, lo cual era una ventaja." A la cita en casa de Chayse fue acompañada de su auxiliar de cuidados que la ayudó a acomodarse en la mesa de masajes antes de dejarla sola. La mujer recuerda que aquellas " dos horas pasaron volando y cuando me fui tenía un hormigueo en todo el cuerpo".
Melanie Hawkes volvió a repetir el encuentro sexual dos semanas después con el mismo asistente sexual y ya fue en su propia casa, "que estaba mejor equipada para mis necesidades. Estuvimos juntos durante tres emocionantes horas ya la mañana siguiente me dolía todo el cuerpo."
Ahora, la mujer, asegura que esta experiencia le "ha abierto a un mundo que me había estado perdiendo durante tanto tiempo, y disfruto cada minuto." Y no solo, eso, sino que su objetivo es "a largo plazo encontrar pareja. Antes de esto, no había tenido la confianza para exponerme."
La sexualidad de las personas con discapacidad es un tema tabú que muchas organizaciones reclaman. El cine lo ha tratado con más o menos polémica. Sobre todo con más, porque como asegura Melanie Hawkes, sabe que "algunas personas me juzgarán, pero eso es fácil si no tienes una discapacidad".
Las organizaciones que agrupan a este colectivo han reclamado visibilizar las dificultades que enfrentan las personas con discapacidad para ser reconocidas como dueñas de sus cuerpos, respecto a su sexualidad. No solo es un obstáculo por las propias dificultades a que les enfrenta una enfermedad o estado, sino por el que les plantea la sociedad, que les niega cualquier posibilidad incluso de información sexual.
Los datos revelan que los niños con discapacidad tienen tres veces más probabilidades de sufrir abuso sexual y las mujeres, hasta 10 veces más de sufrir violencia de género, según datos del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA)