Inés es una niña sana y feliz con una peculiaridad en la cara. Una enorme mancha marrón. La tiene desde que nació y, en principio, le va a acompañar toda su vida, porque, hoy por hoy, no se puede quitar del todo.
Como Inés, en torno a un 10% de la población tiene al menos una marca en la piel, algunas son más visibles y otras no tanto. Generalmente, salvo algunos casos determinados, tener una de estas anomalías no supone un problema de salud. "Existen distintos tipos de manchas de nacimiento que son, por explicarlo de un modo que se entienda, de varios colores. Las marrones son nevus melanocíticos (NM), conocidos comúnmente como lunares, las manchas rojitas son hemangiomas o malformaciones capilares y las blancas puede deberse a múltiples factores, desde una infección hasta vitíligo, una enfermedad cutánea que se genera por una falta de pigmentación. No hay mejores o peores manchas, lo importante es que, casi en su mayoría, no suelen tener consecuencias para la salud, son solo un tema estético", explica la dermatóloga pediátrica Marta Valdivielso Ramos.
Un tema estético que hoy por hoy tiene difícil solución: "En algunos casos se puede recurrir al láser, pero quitarlas por completo es complicado, además de que nunca desaparece al cien por cien. Siempre se ve que ha habido una mancha. Y no solo eso, además muchos padres prefieren no quitarlas. Casi siempre hay que usar sedación, y aunque suele ser seguro, prefieren no arriesgarse. Les da miedo, y hay que entenderlo, no deja de ser un tema meramente estético. Algunas de estas manchas son grandes y necesitan varias sesiones, aceptar que van a sedar a tu bebé varias veces para aplicarle un láser teniendo en cuenta que en ocasiones ni se quita del todo, es un riesgo que muchos padres prefieren no asumir", añade la dermatóloga.
Por eso Valdivielso prefiere recurrir a un remedio mucho más efectivo, enseñar a los niños a vivir con su peculiaridad: "La medicina avanza cada día, pero estas manchas seguirán existiendo toda la vida, lo que hay que aprender es a convivir con ellas. Verlo como algo enriquecedor, no como algo malo".
Y eso es lo que ha aprendido Inés. Al ir creciendo, su gran lunar empezó a ser para ella un gran problema que prefería esconder, hasta que su dermatóloga le enseñó que en realidad no pasa nada por tenerlo, que son muchos los niños con marcas de nacimiento y que son en cierto modo su sello personal.
Ahora Inés ya no se avergüenza de su lunar y asegura sentirse "genial" por tenerlo. Y como ella, otros muchos niños que se ven reflejados en su experiencia. Porque Inés es en realidad un personaje de cuento escrito por la doctora Valdivielso para ayudar a entender que lo importante es estar sano y que tener manchas de vino de oporto, hemangiomas, nevus o vitíligo, es un rasgo como otro cualquiera.
"La idea del cuento surgió por mi consulta diaria. Los niños pequeños no se cuestionan nada y hacen lo que sus padres les dicen, pero cuando van creciendo y sus compañeros empiezan a preguntarles a veces se sienten mal. Cuando les dicen eso de '¿qué tienes en la cara?, ¿por qué no te lo quitas?' empiezan los complejos y las dudas".
Desde que presentó Me veo genial (editorial Planeta) la doctora ha podido comprobar cómo su obra es la mejor receta para normalizar: "Cuando lo presento en alguna librería se me acercan niños y padres para darme las gracias. El otro día una pequeña me comentó que era su libro favorito porque la protagonista tenía también un lunar en la cara. Hasta hace poco los personajes de los cuentos eran perfectos, es verdad que ya empiezan a verse niños con gafas, en sillas de ruedas, pero creo faltaba uno donde se mostraran manchas en la piel", explica.
Porque quizá no esté en nuestras manos el avance de la medicina estética, pero sí normalizar lo diferente "Todos, de alguna manera, somos distintos, ya sea por manchas o por otra cosa. Hay que ver la diversidad como algo enriquecedor y natural, no como algo a señalar", concluye la doctora contenta de haber podido contribuir de algún modo a eliminar complejos estéticos de sus pequeños pacientes.