Los 'chemtrails', o estelas químicas, vuelven a estar en el debate social a pesar de que los expertos ya han desmentido que se trate de acciones gubernamentales para fumigar a la población. A pesar de estos argumentos, las redes sociales juegan un papel muy importante para la difusión y perpetuación de estos bulos que perviven gracias a que hay personas dispuestas a creer cualquier cosa que satisfaga sus ideas preconcebidas, ya sean ciertas o no, según National Geographic
Para entender el principio físico detrás de los estelas que muchos califican como 'chemtrails', es importante conocer cómo funcionan las estelas de los aviones. Cuando un avión vuela a gran altura, el aire es más frío y seco, lo que hace que el vapor de agua que sale de los motores se condense y forme una estela blanca. Esta estela está compuesta principalmente de cristales de hielo y vapor de agua, y se disipa rápidamente debido a la baja humedad del aire.
La duración de estas estelas producidas por los aviones es variable y dependerá de la humedad relativa existente en esa capa de la atmósfera. Por ello, si hay poca humedad la estela tendrá escasa duración porque las partículas de hielo recién formadas se evaporarán rápidamente a medida que los gases de escape se mezclan completamente en la atmósfera circundante. La estela en forma de línea resultante se extenderá solo a una corta distancia detrás de la aeronave.
Por el contrario, en zonas con una mayor humedad, esta estelas permanecerán como rastros perdurables que tardarán bastante más en deshacerse.
Pero todas estas explicaciones física poco importan a los defensores de esta teoría conspiranoica ya que, para estos, los 'chemtrails' son supuestamente estelas que contienen productos químicos como aluminio, bario o estroncio, que se liberan desde aviones con el objetivo de fumigar a la población. Sin embargo, como ya hemos explicado, esta teoría carece de evidencia científica y ha sido desmentida por numerosos expertos en la materia.
A pesar de estas explicaciones, hay quienes siguen teniendo dudas sobre la persistencia de estas esteles en el cielo. Juan Antonio Bravo, profesor de Física de la Universidad de Granada cuenta en una entrevista en el diario Ideal que "al tratarse de vapor de agua, el impacto es mínimo". No obstante, este experto no oculta que los cirros que se generan tras evolucionar estas estelas puede afectar el clima a través de su "cobertura nubosa" ya que o bien "hace sombra" a la Tierra de la radiación del Sol y o bien "atrapa"» la radiación terrestre", lo que supone "una pequeña contribución al calentamiento" conocido como "forzamiento radiativo" que interviene en el aumento de temperaturas, aunque en un rango menor que el generado por el CO2.
Recientemente, la revista National Geographic abordaba este bulo reincidente asegurando que la teoría de los 'chemtrails' se originó en los años 90 y se ha extendido ampliamente a través de Internet. A menudo se relaciona con otras teorías de conspiración, como la creencia en la existencia de un Nuevo Orden Mundial o la negación del cambio climático.
En contra de estas noticias falsas también se han expresado los expertos en aviación que han explicado en repetidas ocasiones que estas estelas son simplemente el resultado del vapor de agua y del combustible que se quema en los motores de los aviones. No hay ninguna evidencia que respalde la teoría de que los aviones están fumigando a la población.
A pesar de la falta de evidencia, muchas personas siguen creyendo en la teoría de los 'chemtrails'. National Geographic cita una encuesta de 2011 en la que se constata que el 17 % de las personas preguntadas afirmaron creer en la existencia de un Programa Atmosférico Secreto a Gran Escala –SLAP por sus siglas en inglés- a la cual se le conoce comúnmente geoingeniería encubierta, y que ha dado lugar a la creencia y a la pretensión de mostrar la evidencia científica de una fumigación química generalizada vinculada a impactos negativos en la salud humana o el medio ambiente.
Otra encuesta, esta por el lado de los científicos realizada en 2016 por los investigadores Christine Shearer y Steven J. Davis, de la Universidad de California, concluía que "76 de los 77 expertos encuestados -98.7%-, entre los que se hallaban químicos, físicos o meteorólogos, no habían encontrado evidencia alguna que respaldaran las afirmaciones de la conspiración. De hecho, los datos citados como pruebas por estos, podían explicarse perfectamente a través de fenómenos químicos o físicos bien conocidos y asociados con las estelas de los aviones y los aerosoles atmosféricos".