Es la una menos diez de la tarde, último jueves de mes y cita obligada para Pedro, José Luis y Alejandro, que esperan junto a la estatua del Oso y el Madroño de la Puerta del Sol al resto de la cuadrilla para ir a comer. Son compañeros de imprenta, jubilados ya hace años, y testigos directos mes a mes del cambio de la emblemática plaza, todavía en obras. Madrileños de adopción o de nacimiento a los que no les gusta lo que ven. No han puesto ni una sombra y “aquí podemos morir”, lamentan.
La queja es generalizada en un día como hoy. Es 27 de abril y España vive las peores horas de calor de la historia de un mes que, según el refranero, debería ser el de las lluvias, pero que está batiendo récord de temperaturas. El termómetro alcanza ya los 25 grados y en unas horas superará los 31. Las nubes altas difuminan a ratos el impacto directo del sol, pero el medidor de temperatura en superficie empleado por NIUS marca ya los 40 grados en el pavimento de este histórico cruce de caminos, el denominado kilómetro cero de las carreteras radiales españolas.
Los expertos llevan años advirtiendo de la crisis climática y de la necesidad de adaptarse a unas temperaturas cada vez más altas. El calor mata, pero eso, a juzgar por las numerosas críticas, no parece que se haya tenido en cuenta en el nuevo diseño de la Puerta del Sol de Madrid, una reforma de 10.5 millones de euros acometida por el alcalde Jose Luis Martínez-Almeida en la que, hoy por hoy, no hay ni una sola sombra o fuente que alivie la sed del viandante que quiera atravesar sus cerca de 230 metros de longitud.
Espacios que, tal y como denuncia Aurora Justo, miembro de la Comisión de Ordenación del Territorio de Ecologistas en Acción, suponen un riesgo para la salud de las personas con problemas de corazón o de tensión. Por eso, "de la misma forma que el Ayuntamiento puede cerrar el parque del Retiro por viento, con estas temperaturas debería recomendar no transitar por estos sitios porque es peligroso para la salud y en cambio eso no se tiene en cuenta", explica la urbanista.
Estudios científicos indican que el aumento del 20 % en espacios verdes está asociado con una disminución del 9,02 % en la fracción atribuible de mortalidad relacionada con el calor, lo que se podría traducir en una reducción de 933 muertes por año en 24 países analizados, explica el investigador alemán Dominic Royé en su cuenta de Twitter.
En la Puerta del Sol no hay tales espacios. Es un ejemplo de plaza dura, dominada por el granito y hormigón y con escaso mobiliario urbano cuya superficie acumula hasta 15 grados más que otros puntos situados a la sombra de un árbol en la aledaña calle Arenal o en la plaza de Oriente, a menos de un kilómetro de distancia. Así lo ha podido comprobar NIUS junto a Aurora Justo, tal y como se puede ver en el vídeo que encabeza esta información.
Es verdad, reconoce también el urbanista y geógrafo Antonio Giraldo, que la Puerta del Sol tiene una reforma difícil por el subsuelo, donde está el metro, y por su componente cultural e histórico, aunque todo alcalde intenta dejar en ella su impronta, precisamente por su carácter emblemático, olvidándose de invertir ese dinero en barrios más favorecidos, señala Giraldo, noveno en las listas del PSOE al Ayuntamiento de Madrid.
Las ciudades necesitan plazas con espacios que faciliten lugares de encuentro y celebración, el problema es que todas las plazas sigan el mismo modelo y eso es, considera el urbanista, lo que se está haciendo en la capital española, en donde "parece que la reforma de los espacios están pensadas para poder organizar eventos y no para el disfrute de los ciudadanos". Vecinos, muchos de ellos, señala, que residen en casas viejas no adaptadas al calor, por lo que deberían tener en los lugares públicos un refugio.
Unas temperaturas difíciles de afrontar con materiales como el granito y el hormigón que hacen el efecto de isla de calor ya que acumulan e irradian mucho calor a lo que es la superficie. "Ahora mismo, aunque pongan toldos, este calor del granito se queda permanente, se queda por la noche y no transpira. Esto va en contra de las formas de hacer ciudad que tengan en cuenta tanto a los ciudadanos como al cambio climático. Es "absolutamente inconcebible" , subraya Aurora Justo.
"No es necesario gastarse 10 millones y medio de euros para conseguir un espacio en el que se pueda estar y transitar", asegura la miembro de Ecologistas en Acción. La cercana Plaza de Oriente es ejemplo de ello, con una filosofía absolutamente contraria a la Puerta del Sol, con zonas verdes, adoquinadas y materiales permeables como la arena, que tiene un nivel de irradiación mucho menor que el hormigón ya que durante el día se puede calentar, pero por la noche refresca. Un espacio que combina zonas más blandas con otras más duras, de forma que evita el efecto isla de calor y es más habitable, más verde y, sobre todo, más saludable, concluye la experta.