La mujer del policía de La Coruña abatido en un tiroteo recuerda su despedida: "Me abrazó a mí, a los niños y nos pidió perdón"
El policía abatido en un tiroteo con fuerzas de seguridad del estado se despidió de su familia antes de huir
La mujer del policía cuenta que era consumidor de droga y "necesitaba ayuda"
El policía abatido en Burgos por la Guardia Civil vació el cargador y disparó primero: "Ya no le importaba nada"
Oscar Piñón, el policía abatido por la Guardia Civil en una gasolinera de Villagonzalo Pedernales (Burgos), comenzó el día con una discusión con sus jefes, había perdido su placa de policía en un bar. Su pareja nos explica cómo le llamó para decirle que había discutido con sus superiores y había robado la pistola de su compañero de taquilla, justo el de al lado. Le dijo que pararía a despedirse de ella y cuando fue a casa la abrazó, abrazó a los niños y luego le dijo que sería la última vez que se verían. Pidió perdón y se marchó no sin antes pasar por Ferrol a dejar una nota de despedida a su padre. Su mujer asegura que consumía droga y que necesitaba ayuda psicológica.
Así comenzó la huida errática que le llevó por León , dirección Burgos. Aseguran los investigadores que cambió de rumbo varias veces. Cuando lo localizaron ya estaba en la provincia, eran las 2:35 horas cuando efectivos del Centro Operativo de Servicios de Guardia Civil recibieron la llamada de Asuntos Internos de Policía Nacional: “Un policía separado del servicio sustrae un arma de fuego de la taquilla de otro agente y circula por la carretera A-231, próximo a la localidad de Burgos”. Había ocurrido por la mañana pero hasta la noche que entraba el compañero, dueño del arma, no ataron cabos. Luego lo rastrearon por las cámaras de tráfico.
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A las 3:36 horas, en un primer dispositivo operativo establecido para detenerlo, Piñón abrió fuego contra las patrullas de Guardia Civil. Estaban esperándole en el túnel de Tardajos, salieron detrás de él pero le perdieron en esos 10 kilómetros hasta que a las 3:45 horas se preparó un segundo dispositivo operativo integrado por efectivos de Guardia Civil y Policía Nacional en una gasolinera del término municipal de Villagonzalo-Pedernales. Tuvo que parar y ya nada le importó. “Acorralado abre fuego nuevamente contra los agentes integrantes del mismo que se ven obligados a repeler la agresión y disparar contra el huido”, dice el atestado, disparó sin control.
La pareja del policía cuenta que habló con el durante casi toda la huida
La pareja del policía explica que estuvo hablando con él casi todo el camino, que le dijo que mantuviera la calma, que volviera a Coruña. Pasadas la 1:00 horas tuvo la última conversación, después ya no contestó el móvil. Seis guardias y dos policías se habían defendido de la agresión desesperada. Piñón recibió varios disparos de los 50 que intercambiaron. Los tiros alcanzaron una ventana de una casa, un lavadero de la gasolinera y los coches de los agentes. Ella cree que el miedo y la tensión le llevaron al límite.
Había sido un policía condecorado pero la violencia de género primero y las drogas, fueron su perdición. Le quitaron el arma cuando fue denunciado por violencia de género. La misma mujer que hoy le llora y comprende su ofuscación, “ahora estábamos bien”, dice. Cuenta que era consumidor de droga, que no era narco, aunque reconoce que le investigaron por dar un chivatazo. “Eran amigos suyos y parece que les dijo algo”. Era las malas compañías con las que andaba. Dos semanas antes del día infernal, lo habían involucrado en una operación de cocaína rosa. Fueron a buscarlo a casa, estaba con ella. Lo defiende, “necesitaba ayuda”, “la pedía a gritos, si le hubieran tratado con más tacto”. Al día siguiente era su cumpleaños y tenía cita con el psicólogo.
Tras un año de baja iba a pasar a segunda actividad. Es lo que manda el Cuerpo Nacional de Policía. El Sindicato Unificado de Policía explica que faltan psicólogos. Como ocurre fuera de la policía, no hay suficientes para acompañar a todos los que lo necesitan. “Los policías tenemos un arma y cuando las cosas van mal podemos suponer un peligro para nosotros mismos. Nos quitan el arma pero el tiempo que hay hasta que la retiran es clave para evitar suicidios. En este caso se convirtió en un peligro para los demás y robó el arma”. Como dice su mujer cuando se despidió le dijo “es mejor que me vaya, si no lo haré en casa y será peor”.