La sequía no terminará, aunque llueva en mayo: "Cualquier gota que caiga en un suelo tan seco, ya no entra"

  • "Una sequía viene despacio, pero también se va despacio. No empieza ni termina de un día para otro", recuerdan expertos en clima

  • “Hay muchas zonas de España que llevan dos años con déficit hídrico: en el valle del Guadalquivir tenemos una sequía casi crónica, de larga duración”

  • La sequía que nos acompaña desde hace dos años es meteorológica, hidrológica, ecológica, agrícola y, en breve, socioeconómica: "Va a impactar claramente en el precio de los alimentos"

Los agricultores andaluces aseguran que están enfrentándose a la sequía más grave que recuerdan, la peor. Nos lo contaban hace unos días. Porque el panorama que está viviendo el campo, este año, es desolador: cultivos que se pierden y otros que ni siquiera se pueden sembrar, por la falta crónica de agua desde hace meses. Pero la memoria hay que contrastarla con datos.

“Hay que recordar que el año pasado, por estas fechas, ya sufríamos una sequía bastante importante. Y en el sur, ni en otoño ni en invierno ha llovido lo suficiente para recuperarse”, recuerda el investigador en climatología Dominic Royé, responsable de ciencia de datos en la Fundación para la Investigación del Clima. De ahí venimos. Y ya entonces advertían los meteorólogos de que la sequía podía prolongarse y agudizarse: "Puede ser gordísima, histórica". ¿Pero realmente es la peor?

Para saberlo hay que mirar atrás, y también entender que hay diferentes tipos de sequía, que se van sucediendo en el tiempo a medida que se alarga y se cronifica. Es lo que está ocurriendo, desde hace dos años, en el sur y el nordeste de España.

La autovía A-4 como referencia de la sequía

Si miramos atrás buscando las sequías más severas, vemos dos que se llevan la palma: la de 1995 y la de 2006. “El período 1993-1994-1995 que fue uno de los peores, sobre todo por la duración”, constata Royé. La de ahora es incipiente todavía, pero no empezó ayer. “Una sequía viene despacio, pero también se va despacio. No empieza ni termina de un día para otro. Y cuando llueve, para que se noten los efectos en el suelo, en los embalses, han de pasar meses”, advierte Royé.

Para saber cómo estamos ahora y calcular el grado de severidad de la sequía, hay que tomar una referencia temporal. Si utilizamos el monitor de sequía meteorológica del CSIC, que pueden consultar en este enlace, y retrocedemos 24 meses, vemos que “en el valle del Guadalquivir, por ejemplo, tenemos una sequía casi crónica, de larga duración”. Y lo mismo vale para otras zonas, que aparecen en el mapa como “extremadamente secas”.

“Hay muchas zonas de España que llevan dos años con déficit hídrico”, advierte Royé. Son esas que vemos de color marrón en el mapa. Sobre todo, las provincias de Sevilla, Córdoba, Granada, Jaén, el sur de Ciudad Real y de Badajoz. Como comentaba un usuario de Twitter, al ver este mapa: “La autovía A4 como referencia de la sequía en España”. Podría serlo, porque si seguimos echando la vista atrás, vemos que esa ha sido la zona más castigada en la última década.

A día de hoy, lo peor está en el valle del Guadalquivir y en el nordeste de Cataluña. Pero en ese mapa, elaborado por Royé, también vemos “extremadamente secas” desde hace dos años otras zonas del centro, como Madrid, o de la cordillera cantábrica. También zonas del nordeste, como Barcelona o Girona y el pirineo catalán.

Para calcular todo esto se utiliza el índice SPEI (Índice de Precipitación Evapotranspiración Estandarizada), que muestra la severidad de la sequía meteorológica teniendo en cuenta no sólo las precipitaciones, sino también la demanda de agua por parte de la atmósfera. Cuanto más negativo es el valor, más severa es la sequía meteorológica. Y según el monitor de sequía meteorológica del CSIC, en la sequía actual, el índice SPEI va en caída libre, pero aún dista mucho de alcanzar los niveles de 1995 o 2006.

Suelo cada vez más seco, lluvias que no empapan

Ese índice SPEI tiene en cuenta la demanda de agua por parte de la atmósfera, y en esa demanda juegan un papel importante las temperaturas. Porque cuando están por encima de lo habitual, como las que tuvimos el verano pasado o las que tenemos ahora mismo, aumentan la “evapotranspiración”. Llueve poco, y lo poco que llueve se evapora antes, por el calor. “Y perdemos todavía más superficie húmeda”. Es decir, se seca lo ya secado.

Es otro de los problemas, cuando hablamos de sequía. No es sólo la falta de lluvias, también un suelo cada vez más seco. “Cualquier gota que caiga ya no entra en el suelo, porque no puede infiltrarse”, explica Royé. “Una vez que se seca el terreno, quedan poros de aire y no dejan entrar bien al agua. Cuando llueve se infiltra peor, penetra peor, es más difícil que se empape el suelo”.

Para que el suelo se humedezca bien, no vale cualquier tipo de lluvia. “Tiene que llover muy regularmente”, advierte el experto. Si lo que viene, en cambio, son lluvias torrenciales, no será igual, porque “elevan el riesgo de erosión en estos suelos”. Y de momento, las previsiones meteorológicas no hablan de lluvia a corto plazo.

“Si seguimos así, el impacto va a ser cada vez peor, porque con cada semana que pase y que no llueva lo suficiente, la probabilidad de precipitaciones va a ser menor”, advierte Royé. Lo explicaba también, esta semana, el meteorólogo de Meteored Francisco Martín. “A medida que nos adentremos en la primavera profunda, y entremos en verano, tendremos más chaparrones fuertes, tormentas diurnas… pero eso ni llena embalses, ni humedece el suelo”. Se necesita “lluvia abundante, eficiente y eficaz, reponedora de la humedad del suelo”, advertía.

Llegados a este punto, los meteorólogos lo confían todo a mayo. Pero Royé es muy claro. “Aunque vengan lluvias en mayo, no se va a acabar la sequía. Aunque llueva un poco más, no compensa el déficit que acumulamos”. Para paliar la sequía, debería llover un mes o dos seguidos, apuntan los meteorólogos. “¡Más, mucho más!”, advierte Royé. 

Tipos de sequía: los cumplimos casi todos

Porque en este momento, y sabiendo de dónde venimos, tenemos encima varios tipos de sequía. "Un ciclo seco empieza con la falta de lluvia. Si podemos hablar de hasta 6 meses, hablamos de sequía meteorológica", que implica una ausencia o una reducción de las precipitaciones. Pero, a partir de ahí, si se prolonga, vienen otras. Y ahora mismo "estamos compartiendo varios tipos de sequía".

  • sequía meteorológica: no llueve desde hace más de 6 meses
  • sequía ecológica: tiene un impacto sobre el medio ambiente
  • sequía hidrológica: tiene efecto en ríos y embalses (están al 50%)
  • sequía agrícola: efectos en la agricultura de secano y en la falta de agua para el regadío
  • sequía socioeconómica: restricciones de agua en las ciudades

En este momento, la sequía ha ido evolucionando hasta la socioeconómica, que ya comenzamos a atisbar. "Los agricultores del sur ya están avisando de pérdidas, y ya hay restricciones de agua en varias zonas de España", recuerda Royé. Si hablamos de restricciones al consumo doméstico, Cataluña ya las anuncia para septiembre.

Es decir, hablamos de una sequía que, más pronto que tarde, nos va a afectar a nuestra vida cotidiana. "Claro. Ahora mismo estamos en la tormenta perfecta", advierte Royé, "teniendo en cuenta además que estamos en crisis energética y con una inflación muy alta. La sequia socioeconómica va a impactar claramente en el precio de los alimentos". Todavía más.

En este panorama, el experto incide en que el problema hay que atajarlo desde la raíz. "Ahora, que estamos en sequía, se hace una gestión de emergencia, pero lo importante es gestionar bien el agua antes", para no tener que llegar a esta situación.