Los duelos de familiares o amigos es algo a lo que tendremos que enfrentarnos en algún momento de nuestras vidas, si bien es cierto que sufrir el duelo de un hijo es algo a lo que ninguna persona está preparada.
En relación con las polémicas decisiones que ha tomado Ana Obregón respecto a tener una nieta a través de un vientre de alquiler con el esperma de su hijo fallecido, especialistas psicólogos hablar de un “duelo congelado”.
La psicóloga Sara Navarrete ha advertido de que, cuando un proceso de duelo no se ha sanado correctamente, se produce un "encapsulamiento emocional" o "duelo congelado" que lleva a tomar decisiones "que pueden acarrear consecuencias muy fuertes y problemáticas".
En este sentido, asegura que se piensa la llegada de un nuevo miembro a la familia aliviará el dolor, pero no es así. "En momentos como este tenemos falta de raciocinio porque estamos secuestrados emocionalmente. Se puede pensar que, por ejemplo, la llegada de un nuevo hijo o un nuevo miembro a la familia puede mitigar el dolor que se siente ante la ausencia del otro, pero no es cierto. Por mucho que en ese momento parezca que podemos ser felices con esa decisión, la pena y la tristeza volverá a aflorar y puede que lo haga con más fuerza que antes", ha aclarado la psicóloga.
Navarrete, también directora del Centro de Psicología Clínica y de la Salud de Valencia, ha afirmado que, si bien no se pueden dar consejos sobre cómo afrontar la muerte de un hijo, de los padres o de la pareja, "sí que hay que entender que se trata de un proceso de aprendizaje, un viaje al interior muy profundo, en el que es necesario encontrar un sentido a esa pérdida".
Para la experta, ante "una gran pérdida" no se emplea el término "superar", sino "aceptar". "Si logro aceptar, dejo ir y, si dejo ir, me voy a sentir en paz. Y eso sí se puede conseguir", ha asegurado.
En este contexto, ha declarado que, cuando no se han superado todas las etapas del duelo, sino que más bien uno se encuentra en medio de esas fases, "no es buen momento de tomar decisiones, y menos decisiones importantes". "En ese tiempo, somos presas de un bucle emocional muy potente", ha asegurado.
La primera fase del duelo es el shock o la crisis y la última de las fases es la aceptación. Entre ambas fases transitan otras etapas y cada persona puede experimentarlas en orden diferente. Primero se encuentra la fase de negación ("esto no me está pasando a mí"); luego la ira o el enfado ("¿por qué a mí?"), y la fase de depresión o tristeza. Una vez pasadas esas etapas llegará la integración y la aceptación.
"En último lugar llegará la transformación. Una vez he aceptado lo que me ha sucedido me transformo en otra persona porque he aprendido algo", ha continuado. Aunque ha aclarado que cada persona necesitará un tiempo para realizar todas las fases del duelo, Navarrete ha indicado que "hay que tener en cuenta que cuando se pasa mucho tiempo en una de las fases intermedias, se trata de un caso de duelo congelado".
En este sentido, la persona se queda 'atrapada' en ese sentimiento. "Ahí es necesario un tratamiento con un especialista porque el duelo enquistado puede ocasionar otros problemas", puntualiza.
La psicóloga ha afirmado que "muchas veces" la persona se queda "anclada" en la pena. "Si no la trabajamos y la curamos profundamente, siempre nos va a acompañar", alerta.
"Piensa en un flotador e imagina que quieres mantenerlo sumergido en una piscina. Para lograrlo tendré que hacer mucha fuerza con el brazo para que no salga. Pero no voy a poder mantener esa fuerza toda la vida. Por lo que, en el momento en que me despiste, el flotador saldrá de debajo del agua. Lo mismo sucede con los sentimientos y en este caso con la tristeza. Es lo que se denominan emociones encapsuladas", ha concluido.