Testigos relatan los hechos previos al atropello mortal de Pravia, Asturias: “Temía que armara una carnicería”

Un vecino de Pravia, Asturias, junto a su mujer, han contado a Informativos Telecinco cómo vivieron los momentos previos al atropello mortal de un Guardia Civil después de que un hombre, ya detenido, persiguiese previamente a otro con un hacha al grito de ‘¡Que te mato!’ ¡Que te mato!’. En los instantes predecesores al atropello, señalan, el detenido estaba fuera de sí, “loco del todo”.

Antes de que este hombre matase al agente de la Benemérita, Dámaso Guillén, arrollándole con un coche que acababa de robar, perseguía a otro individuo, quien era su verdadero objetivo.

En ese instante, un vecino, su mujer y otro amigo de ellos comprobaron cómo este último les gritaba: ‘¡Que sí, que me va a matar, que me va a matar!’

En un primer momento, relatan, pensaron que era una broma, pero pronto se percataron de que lo que acontecía podía acabar en una absoluta tragedia, tal como resultó, aunque de otra forma que no esperaban.

En esos instantes, el hombre que estaba siendo perseguido por el agresor logró meterse ante todos ellos en el interior de un coche, tras lo cual este último le dio un hachazo a la luna, reventándola.

“El otro no podía salir, porque si sale lo mata. En un momento dado, en un despiste, salió, y entonces ahí fue cuando iba a matarlo; porque la cosa era de matarlo”.

Un vecino intentó quitarle el hacha con el que pretendía matar a otro hombre

Fue entonces cuando el vecino que relata los hechos ante nuestras cámaras intentó “mediar” en el conflicto y, armándose de valor, y tras “meditarlo” durante un breve instante, se decidió a intentar agarrar el hacha del agresor al ver que la tenía en alto de forma amenazante.

Él no respetaba nada. Iba a lo que iba, loco del todo, desarticulado del todo. Entonces dije: ‘aquí va a haber algo muy gordo’”, explica, indicando que fue en ese instante cuando intentó quitarle el hacha.

Tenía miedo de que armara una carnicería aquí

“Yo lo agarré, pero rebotó el hacha y me pegó. Eché sangre sin conocimiento, una burrada de sangre. Esa sangre iba vertiéndola por ahí para arriba, como si fuera un animal”, cuenta, precisando que hubo un forcejeo y en ese momento se hizo un corte.

“Rebotó contra la mano también y me hizo un corte en el que tengo tres puntos”.

“Para agarrar el hacha estuve meditando un poco. Yo tenía miedo de que armara una carnicería aquí. Era lo que menos quería yo”, destaca, indicando que el otro hombre, “el que está en el hospital” le “debe la vida”.

El agresor robó un coche y atropelló mortalmente al agente de la Guardia Civil

Fue justo después de eso cuando el agresor, tras ver la sangre, pero sin mirar a los testigos y volverse contra ellos, robó un coche y “empezó a acelerarlo a tope”.

“Dio la vuelta por el pueblo y llegó. Transcurrieron dos minutos o tres. La velocidad a la que iría serían ciento y pico muy largo”, cuenta el vecino de Pravia, señalando que fue entonces cuando el agresor iba a cruzarse con una carrera ciclista, atropellando al agente de la Guardia Civil, que iba protegiendo la seguridad del evento y que, de hecho, murió haciéndolo.

“Pudo matar a todos los chavalines que venían de la carrera ciclista. Pudo matarlos a todos”, relata.

No sé si le faltaba algo o le sobraba

Tras el atropello al agente de la Guardia Civil, la mujer de este vecino, también testigo de los hechos, explica que el agresor “fue a esconderse”. “Él se tiró por un terraplén. Me miró y en cosa de segundos me dio susto. Fui para la carretera y me arrimé a un guardia civil”. “Tengo cuatro hijos y cuatro nietos. Me entró miedo. Al quedarse ahí me miró. Creí que igual me agarraba de rehén, pero fueron inventos míos”, señala, explicando que nunca vio a una persona así: “Fuera, ido del mundo. No sé si le faltaba algo o le sobraba”.

“Por la mañana dicen que fue con el coche, –y eso que no tenía carnet–, a la estación del tren a esperar a un amigo que le traía cemento. Yo no sé lo que es cemento. Pensé que era cemento de obra, pero por lo visto hay otro cemento…”, cuenta, señalando que en el momento de los hechos todos sus actos iban dirigidos contra “el conviviente”; el individuo al que quería matar.

“No nos miró ni a la cara, que yo tenía miedo de que nos mirará y nos diera un hachazo también”, señala, explicando que desde entonces no sale del shock. “Pudo matarnos aquí también a nosotros”.

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