Seis días de incendio y más de 4.000 hectáreas quemadas en los montes de Castellón. En pleno marzo, recién inaugurada la primavera. ¿Recuerdan algún incendio tan grande y tan prematuro? Seguramente no. “No, tan tempranero no”, advierten desde Greenpeace. “El año pasado, por ejemplo, el primero superior a 4.000 ha se produjo el 8 de junio”, recuerda Miguel Ángel Soto, portavoz de la Campaña de Bosques de la organización ecologista.
“No es habitual” ver un incendio forestal tan potente y tan prolongado en estas fechas, advierten también los meteorólogos. “Está fuera de lo que se considera la temporada de mayor riesgo de incendios, que suele ser entre los meses de mayo-junio y octubre”, explica Marcelino Núñez, Delegado Territorial de la AEMET en Extremadura y experto en calor e incendios.
Pero es que las temperaturas de este mes de marzo no están siendo, ni mucho menos, las habituales. Un año más, tenemos un verano adelantado que se come a la primavera. Y si se adelanta el verano, ¿se adelanta también la temporada de incendios? ¿Tendremos que acostumbrarnos a ver grandes incendios en primavera?
“Lamentablemente sí”, responde Soto, tajante. “Los mapas de riesgo de incendio de la AEMET de estos días se parecen demasiado a los del verano”. La respuesta del meteorólogo es igual de rotunda. “Sí, claramente”.
Pero esto, recuerdan ambos, no es una percepción o una opinión, es algo que vienen advirtiendo los informes del IPCC desde hace años. “Los factores de riesgo para los incendios forestales, como las sequías, o las olas de calor, serán cada vez más frecuentes y más intensas a causa del cambio climático”, recuerda Núñez.
Lo que está ocurriendo es algo muy básico, explica Soto. “Si la vegetación está más seca, porque llueve menos y hace más calor, arde mejor. Y la región mediterránea es de las zonas más afectadas por el descenso de las precipitaciones. Aquí coincide la época seca con la época de calor”. Y ambas cosas se están acentuando, con el calentamiento global.
Si cada vez llueve menos y cada vez tenemos temperaturas más altas durante más tiempo, veranos que se alargan por delante y por detrás, el cóctel explosivo está servido. “Si a sequía y calor le sumas ignición, ya tienes el cóctel, ya tienes la fiesta montada. Y ahora la fiesta cada vez empieza antes”, resume el portavoz ecologista.
“El hecho de que el verano se adelante cada año un poquito más, a la vez que se va alargando, implica que la temporada en la que los bosques sufren mayor estrés hídrico es mayor, y comienza antes”, explica Núñez. Y advierte. “Según nos indican las proyecciones climáticas, en las décadas venideras cada vez se darán antes las condiciones de temperatura y humedad en las que son más probables los desarrollos de los incendios forestales”.
La primera quincena de marzo fue absolutamente atípica, en lo meteorológico. Hubo varios días en que se registraron temperaturas propias de mayo, aunque seguíamos en invierno. Pero la segunda no ha sido menos. Empezamos y acabamos el mes con temperaturas que rondan los 30 grados en muchos puntos de España.
“El mes de marzo es un mes con mucha variabilidad, y por tanto hay años en los que se registran temperaturas muy elevadas y otros no tanto. Es normal”, advierte Núñez. Pero lo que no es tan normal es temperaturas tan altas tan seguidas, ya no como un hecho puntual. “Lo excepcional de este año es que, en marzo de 2023 se han llegado a registrar seis días con temperaturas máximas diarias superiores o iguales a 26ºC. Y esto sí es totalmente excepcional”, advierte el meteorólogo de la AEMET.
Si miramos en concreto a la zona de Castellón donde se desató este incendio, vemos que temperaturas superiores a los 26 grados en este mes “no es que sean absolutamente excepcionales, porque ya se han registrado alguna vez”, asegura Marcelino Núñez, pero “son muy raras”.
No obstante, advierte el meteorólogo de que el calor no es el único factor que está detrás de este incendio tan potente, prolongado y prematuro. “La temperatura sólo ha sido un factor más, de todos los que han influido en la generación de las condiciones meteorológicas que han favorecido la ignición y propagación del incendio de Villanueva de Viver”.
Destaca el meteorólogo otro de los factores: “El déficit de precipitación acumulada desde el inicio del otoño, que en promedio en esa zona se cifra en torno al 50%”. José Ángel Núñez, de la Delegación de AEMET en Valencia, explica que “en Villanueva de Viver, la lluvia acumulada en los últimos seis meses es incluso inferior a la mitad de lo normal”.
Esto hace que “el déficit de humedad en el suelo sea también muy elevado”. Al calor y la falta de lluvias se han unido, además, “rachas de viento muy elevadas”. Todo ello ha generado este incendio. Pero el ingrediente común es todos esos factores es “el clima que hemos creado, y con el que tenemos que convivir”, zanja Soto desde Greenpeace.