Alberto Grandi se ha ganado a pulso y con insistencia el nada honroso título de hombre más odiado de Italia, y eso que él es un italiano de los que aman su país, pero de manera diferente. Su libro titulado 'Denominación de origen inventada' ya supuso un duro golpe para el orgullo de sus compatriotas por atentar contra el origen y autenticidad de la cocinana y la gastronomía italiana. Pero ahora, un artículo del Financial Times con entrevista incluida ha terminado de darle la puntilla a este profesor asociado de Historia Económica de la Universidad de Parma.
Por si cabía alguna duda, Marianna Giusti, charla con Grandi en una ostería de Parma y todo lo que en esa mesa hablan es gasolina para el incendio que ha desatado. La periodista cuenta en su extenso artículo "Todo lo que, como italiana, pensé que sabía sobre la cocina italiana está mal", como el profesor Grandi ha dedicado su carrera a desmontar los mitos en torno a la comida italiana.
Entre ellos destaca su afirmación de que la mayoría de los italianos no habían oído hablar de la 'pizza' hasta la década de 1950. Se trata de una afirmación insostenible para sus compatriotas si, además, añade que los espaguetis a la carbonara son una receta estadounidense.
Grandi se atreve con todo desde que el 'panettone' o el tiramisú, son invenciones relativamente recientes o poner en duda algunos de los pilares de la tradición gastronómica transalpina que fija que los capuchinos no deben comerse después de mediodía y que los tallarines deben tener una anchura exacta de 7 milímetros.
Como recuerda el salmón británico, en 2019, el embajador italiano en Turquía reprendió a Grandi en una conferencia en Ankara después de que este ridiculizara las 800 denominaciones protegidas italianas, productos cuya calidad la UE reconoce como indisolublemente ligada a su zona.
Políticos y representantes del poderoso sector agropecuario italiano han reaccionado ante el artículo del Financial Times en el que también se recogen las palabras de Grandi afirmando que el 'Parmigiano Reggiano' original es el que se produce en Wisconsin, en Estados Unidos". En este sentido el subsecretario italiano de Agricultura, Luigi D'Eramo, ha asegurado que "se nos intenta desacreditar cuestionando la italianidad de recetas y productos emblemáticos como la carbonara, la 'pizza', el 'panettone' o el 'Parmigiano Reggiano'. Los que acusan a los italianos de 'gastronacionalistas' quizá sólo tienen envidia de nuestros éxitos".
Para Coldiretti, la principal asociación de ganaderos y agricultores del país, detrás de está tergiversaciones de la gastronomía italiana se esconden otras intenciones ya que ocurre "justo con ocasión del anuncio de su candidatura como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la Unesco", la agencia de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Y destaca que tales afirmaciones conllevan "preocupantes implicaciones económicas y laborales", cuando la agropiratería mundial contra Italia "ha alcanzado un volumen de negocio de 120.000 millones de euros", con los quesos como los productos más falsificados.
También el sector de la restauración mostró su desconcierto ante las críticas del Financial Times y defendió la calidad de los productos italianos frente a los estadounidenses.
"No importa si es cierto que la inventaron los estadounidenses, lo que es relevante es que esta pasta se haga de una manera digna y creo que los americanos no se esfuerzan en servir una carbonara aceptable", explicó a EFE el dueño del restaurante Osteria fratelli Mori, Alessandro Mori.