Nuestro ámbito más rural está necesitado de niños. Lo saben bien en el municipio gallego de Vilagarcía de Arousa, donde una escuela está a punto de cerrar si no consiguen un alumno más. El plazo para hacer la matrícula finaliza el próximo día 20 de marzo y solo cuentan con cinco alumnos confirmados. La Xunta de Galicia exige un mínimo de seis para mantener el colegio abierto.
El curso que viene, dos de los siete alumnos pasan a Primaria, y sin nuevas matrículas, el centro, abierto desde hace medio siglo, tendrá que cerrar.
“El mínimo que hay que tener para que sigan funcionando las escuelas es seis y buscamos pues ese niño o niña que permita la continuidad del centro”, explica Cristina Pazos, profesora de la Escuela Infantil de Solobeira.
Por eso, llevan varias semanas buscando candidatos. Éste es uno de los reclamos: su jardín, en proceso de convertirse en un pequeño huerto.
La Escuela Infantil de Solobeira es una de las decenas de escuelas unitarias ubicadas en el rural gallego. Son pequeños coles en los que comparten aula niños desde los tres hasta los cinco años.
Y tienen de plazo hasta el lunes para encontrar un nuevo compañero que se beneficie de las bondades de esta forma de enseñanza. “Al ser poco numeroso, los niños están muy bien atendidos”, anima Pazos.
Mientras tanto, entre todos le quitan la nieve al árbol de su clase. Se acaba el invierno y toca poner otros adornos. Esperan que la primavera les traiga a otro compañero de aventuras que permita que este cole siga teniendo vida.