Día de la Mujer: ¿Pueden convivir feminismo y reggaeton?
El reguetón, que nació hace más de 20 años en un barrio marginal de Puerto Rico, ha comenzado su transformación de la mano de artistas como Karol G, Bad Gyal y K-Narias
Las feministas reivindican el reggaeton como arma de empoderamiento a través del cuerpo
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En tiempos de feminismo se habla del perreo, del twerking y del reggaetón, un género que comenzó siendo el género de los machos y que parece estar cambiando; ellos eran los protagonistas en esa contienda sexual de letras alegóricas al goce y el disfrute...Hasta que llegaron las mujeres a poner su marca a los temas y el frotamiento desvergonzado pasó a ser una firma terrenal del feminismo: el cuerpo es mío y hago con él lo que me da la gana.
El reguetón, que nació hace más de 20 años en un barrio marginal de Puerto Rico y se ha extendido por el mundo con Bad Bunny, J. Balvín, C. Tangana, era un género masculino, machista y misógino con canciones que no dejaban muy bien parada hasta que las mujeres irrumpieron desde el otro lado del charco.
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Las mujeres a la cima del reggaetón
"La cultura occidental está teñida, amparada y cimentada en el patriarcado", según la escritora e investigadora de música mexicana Andrea Ocampo, porque otros géneros tampoco han sido generosos con las mujeres. La única manera de cambiar este rumbo era que las mujeres hicieran el reguetón. Y aquí están 'las mamis' cantando y perreando a ritmo del reggaetón.
Becky G, la colombiana Karol G, la brasileña Anitta, reguetón lésbico de Chocolate Remix o Torta Golosa, que han seguido la vía que abrió Ivy Queen se han apropiado de lo que era denigrante y reconvirtiéndolo en su poder, con el cuerpo como bandera de libertad.
Así lo entiende Cristina Morales, autora de Lectura Fácil que habla de esta manera de cantar y bailar como un espacio de lucha. "La feminista latinoamericana suele apelar mucho más al gozo como herramienta emancipadora y al gozo que pasa por el cuerpo, solo hay que ver el reggaetón, que puede ser un lugar de disidencia sexual muy explícita, pero el feminismo europeo más masivo intelectualiza hasta tal punto las posibilidades de emancipación que se olvida del cuerpo".
Las reguetoneras han aterrizado en la escena musical y en los últimos años han puesto en el centro el deseo de las mujeres, no solos sexuales, sino también sus reivindicaciones. Lejos queda la imagen de sumisa como objeto sexual claramente expuesto en el estribillo de la canción cuatro babys de Maluma: “Estoy enamorado de cuatro babys / Siempre me dan lo que quiero / Chingan cuando yo les digo / ninguna me pone pero / .
De esta parte tenemos a Bad Gyal, nuestra reguetonera más premiada, defensora de que podamos expresar nuestros deseos sexuales y sus fetiches sin tapujos, igual que lo hacen los hombres. El grupo K-Narias, mujeres que se erigen dueñas y señoras de la acción: "quiérete, ámate como eres...vengan a la disco a bailar, sacúdete, menéate y pégate que yo sé que te gusta/ cógeme por la cintura/ yo sé que te gusta/ .
¿Perrear es machista?
Hartas de verse reflejadas como objetos, dispuestas para que las miren y conquisten, las mujeres se han convertido en el sujeto reconfigurando el género al que ya llaman reguetón feminista. Estamos ahí bailando y riendo, con la misma libertad que un hombre, porque perrear no es machista.
Como ha expuesto la directora de Pikara Magazín, June Fernández, con su ya histórico 'Si no puedo perrear, no es mi revolución', la idea de que "el reguetón es un baile machista porque la mujer se mueve para darle placer al hombre" no es del todo cierta.
La activista brasileña, Fannie Sosa, que ha organizado talleres de twerking y defiende el cuerpo femenino y más específicamente el culo como espacio político y de resistencia.
La periodista ataja que, "bajo una premisa aparentemente feminista", se vuelva a negar la sexualidad y el placer de las mujeres. ¿O sea que si yo me froto contra un tío es para darle gustito a él? ¿Acaso no creen que frotarme contra una pierna o un paquete me da gustito a mí? ". Sin contar que los roles se intercambian y ellos también perrean.
Sobre el asunto del perreo, el feminismo y el reguetón hay reflexiones y teorías: Algunas critican la grosería, el origen desclasado del género, sus reiteradas alusiones al sexo explícito, pero también hay ideas como la de la activista brasileña, Fannie Sosa, que ha organizado talleres de twerking y defiende el cuerpo femenino y más específicamente el culo como espacio político y de resistencia.
La también artista asegura que menear el culo y las caderas lleva a que las mujeres se relacionen de forma diferente con su cuerpo, porque moviendo el suelo pélvico se genera una energía que las empodera: “Mover las caderas es dar un paso hacia el placer. Cuanto más placentero es un cuerpo, más poderoso es”.
Y si pensamos que el cuerpo de la mujer tradicionalmente ha sido tratado como un espacio de dolor y sufrimiento, si las reguetoneras y la música lo convierten en placer y goce, ¡bienvenida sea la nueva arma de empoderamiento femenino! Y no, no eres una mala feminista por eso.