A sus 16 años recién cumplidos, Alicia Arruti ha sido la primera adolescente gallega en acudir al registro civil para cambiar de sexo gracias a la entrada en vigor de la nueva ley trans. "Llevábamos años esperando que llegase este momento", asegura.
"Estoy muy feliz y con ganas de que nos llamen del registro para darme los nuevos papeles", afirma en una entrevista con Efe esta joven de Ponte Caldelas (Pontevedra) que confía en poder estrenar el DNI con el sexo adecuado a su identidad en un plazo de cuatro meses.
La nueva ley, celebra Alicia, es un "gran avance" para todas las personas trans, ya que hasta ahora para poder completar este trámite administrativo "nos hacían estar dos años con hormonas y obtener un montón de certificados médicos".
Y, aun cumpliendo todos esos requisitos, en el caso de los menores debían obtener un aval judicial, es decir, "depender de que un juez dijese sí o dijese no", subraya la adolescente pontevedresa.
En su caso, empezó a ser consciente de su realidad cuando tenía apenas 9 años. No fue hasta cuatro años después, "cuando salí del armario" como niña trans. Hasta entonces prefería asegurar que era gay "porque me parecía como algo más fácil de decir".
"En general nunca encontré ningún problema", reconoce Alicia Arruti, en su entorno más inmediato. Sus padres aceptaron su condición desde el primer momento y por ello, aunque ya no era necesario con la nueva ley, no fue sola a los juzgados para cambiar su sexo registrado.
Fue acompañada de su madre "porque ya que cuento con el apoyo de mi familia me parecía la mejor opción". Para ella también fue un gran día. "Quise acompañarla y hacer ese trámite con ella porque la apoyamos en todo", subraya María.
Alicia cambió su nombre hace ya año y medio, pero para la modificación en el registro tuvo que esperar más. Iba a pedirlo con la antigua ley "pero no sabíamos cómo iba a terminar", reflexiona su madre, por lo que "nos arriesgamos y decidimos esperar".
"Estábamos impacientes", sostiene la madre de Alicia, que rememora cómo el pasado jueves, el primer día con la Ley Trans en vigor, se presentaron en el registro civil de Pontevedra. "Fuimos con toda la ilusión del mundo", aunque allí también chocaron con la burocracia.
En un principio les dijeron que la ley no estaba vigente todavía "pero cuando les dijimos que sí, lo comprobaron e hicieron todos los trámites", resumen madre e hija, que defienden que "es muy importante que concuerde tu identidad con lo que pone en tus documentos".
Gracias a esta nueva ley "no tienen que estar demostrando continuamente su condición", asegura María, que arropa a su hija cuando ésta añade que tras este gran paso "no nos podemos olvidar de las personas no binarias, los migrantes o los menores de 12 años".
Alicia, que es representante del alumnado de su instituto en el consejo escolar, ha llegado a asesorar a varios de sus compañeros, algo que hace encantada porque "siempre me gusta luchar por el instituto y si puedo hacerlo por las personas trans, mejor".
A este respecto, su madre asegura que "yo tuve claro desde el principio que la iba a apoyar" pero aun así decidió acudir a Arelas, una asociación formada por familias de niños y adolescentes trans, "que me ayudaron mucho y me pusieron al día en qué tenía que hacer".
De ahí que María destaque la importancia de realizar una labor pedagógica y de concienciación entre la gente, especialmente pensando en los menores "que no tienen el apoyo de su familia y de su entorno", logrando que los centros escolares sean "espacios seguros".
En todos ellos, profesores y alumnos deben colaborar, según añade la madre de esta joven, para que los colegios y los institutos sean lugares "en los que se vele por su integridad física y moral y donde se les respete, no se les haga burla y se les apoye".