Tras una reanudación del juicio del Alvia, en el que se escucharon una pequeña parte de los testimonios desgarradores de algunas de las víctimas, la intervención de los afectados ha continuado hoy con la puesta en duda de sus declaraciones por parte de las aseguradoras de Renfe y Adif. En esta segunda fase del juicio por el accidente del tren Alvia, la jueza evaluará la responsabilidad civil que tuvieron los acusados. Tras el accidente, las víctimas denuncian las secuelas irreparables que han estado sufriendo, tanto físicas como emocionales: "se me revuelve todo otra vez", ha declarado una víctima que ha afirmado que sufre "mucha ansiedad" y "mucha angustia" cuando se acerca el aniversario de la tragedia.
Las víctimas del tren Alvia no olvidarán nunca aquel fatídico 24 de julio de 2013. El tren, que muchos consideraban el medio de transporte "más rápido y seguro", circulaba a gran velocidad, al llegar a la curva del barrio compostelano de Angrois, el tren descarriló. A consecuencia de ello, los pasajeros sufrieron múltiples golpes que les dejaron secuelas irreparables, como es el caso de un viajero que perdió la vista tras el accidente ferroviario. Él era músico, "amaba" su profesión, pero los golpes que recibió terminaron por acabar con su delicada visión. "Tener que cortar con eso ha sido muy traumático, cambiar mi vida totalmente", ha declarado este testigo que ahora ve punto de luz pero no así lo que tiene delante.
El músico ha continuado con su relato mientras la abogada de Adif lo cuestionaba alegando que ya tenía problemas de visión antes del accidente, a lo que se ha tenido que defender alegando que "Era suficiente. Tenía una salud visual delicada. Tenía que cuidarla y corregir mi visión con gafas y he tenido problemas de salud ocular, pero ninguno que me haya hecho dejar mi actividad profesional y necesitar ayuda en mi vida diaria", ha respondido este hombre.
"Pensé que me moría. Dije, voy a morir aplastado", advirtió este superviviente de la tragedia durante la descripción de lo vivido en la curva de A Grandeira. Según ha explicado, "el viaje pareció normal todo el camino, hasta que se llegó a la curva". Luego le tuvieron que sacar del interior del convoy: "Estaba sentado en dirección a la marcha y al comenzar la curva sentí que me iba y salí despedido de mi asiento y fui volando al otro extremo del vagón. Me impacté de lado, me rompí dos costillas y caí al suelo boca arriba. Ahí me empezaron a caer... Empecé a sentir impactos de objetos con un ruido infernal", ha recordado.
Cuando todo pasó, "no podía ver". "Tenía la cara ensangrentada, no veía nada y no me podía incorporar. Estaba en pánico porque no podía salir de ahí. Solo pensaba 'que me saquen de aquí. Vino alguien y me sacó de las axilas, arrastrándome", según ha proseguido.
Algo similar a lo ocurrido con esta víctima ha sucedido en el turno de otra más joven que sufre estrés postraumático desde entonces, puesto que se ha "cronificado", según ha afirmado en el juicio una de las especialistas que la trata desde el accidente.
Como en el caso del músico, la abogada ha cuestionado las limitaciones que esto supone para su quehacer diario, tratando de evidenciar que puede llevar una vida "normal", mientras que el letrado de Allianz ha querido saber si un trastorno que le afecta puede proceder de la existencia de "algún problema en la familia".
"Aquello no era un vagón, la gente había desaparecido, no había ni derecha, ni izquierda, ni arriba, ni abajo, ni asientos, ni pasillos... Aquello era un desastre total", ha resumido otra víctima, que no acudió a ningún profesional pero sí tuvo "alguna charla" a nivel psicológico con un familiar cercano. De este modo, fue "asumiendo" lo sucedido.
"Mucha ansiedad" y "mucha angustia" es la que ha asegurado sentir otra de las víctimas que ha declarado este miércoles, casi 10 años después de la tragedia, sobre todo "cuando se acerca la fecha" del aniversario: "Es cuando se me revuelve todo otra vez", ha afirmado.