"Dentro de la calidad asistencial se está descuidando la parte nutricional cuando hay evidencias claras de que la nutrición es esencial para el desarrollo de la enfermedad, la calidad de vida del paciente y el ahorro en el sistema sanitario. Antes no se tenía en cuenta que la nutrición es parte del tratamiento, pero ahora sí por eso, es cada vez más necesario la urgente incorporación de un dietista nutricionista el Sistema Nacional de Salud", explica Luis Morán, Vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Andalucía (CODINAN).
El 40 % de los niños de entre 6 y 9 años tienen sobrepeso u obesidad, según el estudio Aladino sobre la Alimentación 2019. "Un niño con obesidad es potencialmente un adulto que vivirá con obesidad; es mucho más sencillo prevenir durante la infancia que revertir más adelante", advierte Morán.
Y no solo por la obesidad y el sobrepeso, sino por las enfermedades relacionadas como diabetes tipo 2, hipertensión arterial o colesterol alto, cáncer. "Incorporar la figura de un dietista- nutricionista a la atención primaria y en los hospitales es igual a ahorro en el sistema sanitario, mejora de la calidad de vida del paciente y cumplir con la normativa europea, ya que España es el único país de Europa que no tienen esta figura en el SNS", añade.
Un informe del Hospital Universitario La Paz de Madrid asegura que "la presencia de estos profesionales específicamente cualificados en los hospitales españoles, centros de atención primaria y residencias de mayores, contribuye a la eficacia y calidad de la intervención nutricional en los pacientes y resto de miembros de la comunidad sanitaria".
El trabajo del dietista-nutricionista en el sistema público está directamente relacionado con el ahorro del coste sanitario, ya que menor cantidad de enfermedades crónicas se traducen en menor número de consultas en atención primaria y menor número de hospitalizaciones por complicaciones.
Actualmente, el exceso de peso entre la población adulta española se ha incrementado desde la creación de los registros poblacionales, generando unos costes médicos extra directos asociados de 524 millones de euros anuales y un coste total 1.950 x103 millones de euros. Esta cuantía representa el 2% del presupuesto sanitario. "Si esta tendencia continúa, esperamos un 16% más de casos en 2030 y un 58% más de costos médicos adicionales directos", explica Morán.
Si no se pone freno, la tendencia será aún peor, según un estudio coordinado por la World Obesity Federation, los costes relacionados con la obesidad y el sobrepeso en España ascienden a más de 25.000 millones de euros y crecerán un 211% hasta el año 2060, alcanzará entre 2,4% y un 4,8% del PIB español. Estos datos se han calculado considerando tanto los gastos directos, como los de atención médica y los asociados con viajes a los centros sanitarios, y los costes indirectos, como la mortalidad prematura y el absentismo laboral. Solo los costes indirectos representan el 65% del impacto económico total.
A nivel comunitario nos encontramos con el problema de la obesidad. Se han puesto en marcha políticas para prever el sobrepeso y la obesidad pero no se ha conseguido frenarlo, al revés sigue creciendo el número. "Aquí es donde hay que luchar por nuestra incorporación en atención primaria, las trincheras que asisten a las personas en un primer paso", dice Morán.
En España, la obesidad está alcanzando niveles históricos, de hecho, aproximadamente el 50% de la población entre 25 y 60 años presenta un exceso de peso. A este sobrepeso, con frecuencia, se asociaban además otras enfermedades como diabetes, hipercolesterolemia o hipertensión que, igualmente, se benefician de una modificación en el patrón alimentario y la promoción de hábitos saludables. De entre los pacientes que acuden a los hospitales españoles, un porcentaje importante presenta obesidad. Se evidencia que los españoles con sobrepeso viven 2,6 años menos de media con respecto a ciudadanos sin sobrepeso.
Además, se hace un llamamiento a las instituciones para llevar acabo actuaciones tales como incluir el etiquetado de los menús, la prescripción médica de actividad física y programas de bienestar en los centros de trabajo. Esto supondría prevenir hasta 96.000 enfermedades no transmisibles de aquí al año 2050, ahorrar 32 millones de euros al año en costes sanitarios, aumentar el empleo y la productividad en una cuantía equivalente a 4.000 trabajadores a tiempo completo anualmente. Se calcula que, de media, por cada euro invertido en la promoción de estilos de vida saludables se consiguen hasta 6 euros de beneficios económicos.
A nivel hospitalario, la otra cara de la moneda, los datos hablan por si solos. Uno de cada tres pacientes, el 30% de los ingresados están desnutridos o tiene riesgo de desnutrición. "A partir del 70 años el 40% están desnutridos y en este sentido echamos en falta que exista un profesional sanitario en estos equipos multidisciplinares que atienden a los pacientes", dice desde el Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Andalucía.
Lo confirma también el informe de La Paz que explica que en los países desarrollados un alto porcentaje de los pacientes que ingresan en los centros hospitalarios con cuadros agudos presentan y/o desarrollan algún tipo de desnutrición durante el ingreso. La presencia de desnutrición ya en el momento del ingreso no siempre se identifica, lo que pudiera acarrear un agravamiento de la misma durante la hospitalización. A ello hay que sumar aquellos pacientes que, como consecuencia de la hospitalización, intervención y/o tratamientos médicos están en situación de riesgo de desarrollar desnutrición relacionada con la enfermedad.
Además, muchos estudios indican que la incorporación de esta figura disminuye los ingresos hospitalarios porque aumenta la eficacia del tratamiento y eso repercute directamente en menos días en el hospital y, por supuesto, en un ahorro económico. "Invertir en cuidado nutricional es inversión en salud y reduce los costes sanitarios", insiste Morán.
"Creo que si se sigue esta tendencia en cuanto a obesidad y a todos los problemas relacionados, en unos años el Sistema Público de Salud no lo va a poder aguantar porque se está sobrecargando. Estamos a tiempo de revertir esta situación a través de atención primaria y de los hospitales.
"La realidad es que los dietistas-nutricionistas estamos trabajando en las consultas privadas porque no hay nutricionistas ni en atención primaria, ni es hospitales y eso crea mucha desigualdad. Es verdad, que ahora Cataluña y Galicia han empezado a incorporarlos a Sistema Nacional de Salud, pero esto tiene que ser una apuesta de Sanidad para todas la comunidades autónomas", explica Morán. "La figura del dietista-nutricionista ha sido incorporada al sistema de atención sanitaria en la mayoría de países de Europa, América, Asia y Oceanía, y en el nuestro debería darse el impulso político-administrativo definitivo para ponernos al mismo nivel".
Los grupos con menos ingresos son los más proclives a tener unos hábitos alimentarios inadecuados y a desarrollar patologías crónicas. "Por ejemplo, muchas de las personas que ingresan o reingresan son personas mayores, o pacientes que viven solos, y su nutrición en muy básica. Los más vulnerables o los migrantes tienden a comprar los más barato que, por desgracia no es lo más sano", comenta el experto.
"No llegamos a entender cómo a nivel político no se tiene en cuenta todo esto porque es tan sencillo como disminuir costes y mejorar la calidad de vida de las personas. "Todos comemos todos los días unas tres veces. No entendemos como se sigue dando una fotocopia con unas pautas de 'no comer galletas' y con eso se soluciona la diabetes. Esto es serio", asegura el dietista nutricionista.
Y pone un ejemplo. En Andalucía hay un Plan contra la Obesidad donde no hay ni un solo dietista nutricionista, es como si hacen un Plan contra el Cáncer y no cuentan con un oncólogo. "Creo que la necesidad de incluir esta figura está más que demostrada. Y al final, los que pueden, acaban buscando ayuda de forma privada", concluye Morán.