El juez ordena el sobreseimiento del homicidio de Miriam Vallejo y deja sin cargos a los dos sospechosos

  • La única pista para señalar al principal sospechoso era una mezcla de perfil genético en la etiqueta de una sudadera

  • La chica de 25 años paseaba a unos perros cuando recibió 89 puñaladas en un camino de Meco

  • Un toxicómano se autoinculpó pero fue descartado por falta de pruebas

Una mezcla de ADN en la etiqueta de una sudadera que llevaba puesta la víctima. Es la única prueba que el juzgado de Instrucción Número 5 de Guadalajara tenía para resolver el crimen de Miriam Vallejo Pulido, a quien sus allegados llamaban 'Mimi'. Fue asesinada la noche del 17 enero de 2019, cuando salió a pasear con cuatro perros por un camino de tierra que separa Villanueva de la Torre y Meco, justo en el límite entre Madrid y Guadalajara. Quería probar unos nuevos collares luminosos que les había comprado.

Alguien le asestó 89 puñaladas por la espalda. La chica de 25 años intentó defenderse. Tenía algunos cortes en las manos y en los brazos. En su cabeza quedó alojado el filo del arma homicida, aunque el mango con las huellas del autor nunca ha sido encontrado.

La familia de la fallecida sigue esperando una respuesta para saber quién y por qué acabaron con su vida. Tres años después, el juez ha acordado el sobreseimiento provisional de la causa, ya que una vez practicadas las diligencias el autor no ha sido identificado y ha dejado sin cargos a los dos procesados que había hasta ahora por su presunta relación con el caso.

Aún así, deja la puerta abierta para que se reabran las diligencias en caso de que haya nuevos datos o perspectivas de éxito en la investigación. La Guardia Civil detuvo siete meses después a Sergio Sáez Medina, el novio de Celia -su mejor amiga-.

Sergio, principal sospechoso

Sergio había sido infiel a Celia y Miriam lo sabía. Vivía a 900 metros del lugar en el que dos viandantes encontraron a la víctima, sobre un gran charco de sangre. Según sus allegados, pasaba los calurosos días de agosto en el río, pescando con sus amigos.

El informe pericial realizado por los especialistas del Departamento de Biología del Servicio de Criminalística determina que se obtuvo una mezcla del perfil genético de la fallecida y el sospechoso en una etiqueta de la chaqueta de chándal de la marca Adidas que portaba la víctima en el momento de los hechos.

Aún así, la chica compartía ropa con Celia, por lo que podría haberse realizado por transferencia y no se considera un elemento probatorio lo suficientemente relevante como para determinar de forma indubitada su participación en los hechos.

Por eso quedó en libertad provisional con medidas cautelares después de pasar cuatro meses en la cárcel de Alcalá de Henares, con la obligación de ir a firmar todos los lunes a una sede judicial, retirada del pasaporte y la prohibición de salir de España.

El análisis de los datos de su teléfono, geolocalización y conversaciones tampoco permiten "afirmar que hubiera lapso temporal en cuanto a la utilización de los datos por parte del mismo, y aunque se partiera de la hipótesis sostenida por los investigadores, el mismo no sería suficiente para perpetrar el crimen habida cuenta de la distancia entre domicilio y camino donde se produjo el hallazgo del cadáver", señala el escrito.

Autoinculpado

En diciembre de 2020 Alberto Berzosa, un toxicómano ingresado en un centro de rehabilitación del sur de Madrid, comenzó a hablar de forma espontánea de la muerte de Miriam Vallejo. Era adicto al alcohol, la cocaína y a la heroína. Tenía un historial de violencia importante y reconocía sin tapujos que había estado en la cárcel por apuñalar a una persona, que había empotrado el coche contra la casa de su madre y que la madre de su hijo no le dejaba verle. 

Había coincidido en el penal de Alcalá Meco con el único procesado por el crimen. Los trabajadores del centro señalaron a la Guardia Civil que era un hombre “violento” y “un poco bipolar”. Estuvo en el centro ingresado diez días, hasta que se marchó de forma voluntaria. Antes, le dijo a sus compañeros que “no podía dormir por las noches. Que había hecho algo que le impedía conciliar el sueño”, a través de mensajes enviados con su teléfono móvil de madrugada y bajo los efectos de las drogas.

Falta de pruebas

La finalidad de la investigación en el proceso penal debe estar dirigida a la averiguación que pueda constituir base suficiente para posibilitar la acusación. El magistrado considera que hay indicios de la comisión de un hecho delictivo pero la participación de una determinada persona debe transformarse en unas diligencias previas, a través de unos escritos de acusación

"Resulta relevante que no haya aparecido ADN de Sergio Sáez ni en la bufanda que portaba la víctima, supuestamente primer elemento que debió ser agarrado por el autor de los hechos puesto que junto con la bufanda apareció un mechón con varios pelos de la víctima, ni en el abrigo. Segundo elemento que habría sido agarrado por el autor de los hechos para tratar de sostener a la víctima mientras estaba siendo atacada, máxime teniendo en cuenta que trató de defenderse del ataque presentando lesiones".

Tampoco ha aparecido ADN del investigado en los hisopos pasados por las manos, uñas, labios, ropa y pelos hallados en las manos y boca de la fallecida.

Durante una semana intervinieron el teléfono del sospechoso, sin obtener ningún resultado positivo. Los investigadores del Grupo de Homicidios registraron su vivienda e intervinieron varios dispositivos electrónicos como una Play Station 3, ordenadores, tres pen drives y dos discos duros, que no han arrojado ningún resultado relevante. Tampoco en su vehículo, un Ford Kuga.

La vía alternativa de investigación en relación con Alberto Berzosa, tampoco ha aportado ninguna pista. Su perfil genético no coincide con ninguno de los que hallaron en la escena del crimen y su relato no ha podido ser confirmado y tiene poca credibilidad, según los investigadores.