Dos montañeros vascos han desaparecidos sepultados por un alud en la Patagonia argentina. El tercero de ellos, Josu Linaza, que sobrevivió ha contado a un amigo cómo llegó al pueblo base para pedir ayuda. “Fue extremadamente duro y agotador, su cuerpo se congelaba”.
En la bajada, tras el alud, el montañero superviviente, ha contado que tenía “hipotermia” y “avanzar era muy difícil”.
El montañero que pudo protegerse del alud ha contado que vio como la montaña sepultaba a sus colegas. Estaban descendiendo el pico Fitz Roy, en la Patagonia cuando escucharon un ruido que les alertó pero no les dio tiempo a ponerse a salvo.
Tras el alud, fue “extremadamente duro y agotador”, tanto, que sintió en momentos que sus fuerzas “flaqueaban” y que su cuerpo se “congelaba y que no podía llegar”. Es lo que le ha contado Josu Linaza a un amigo de Igorre, Vizcaya, en el País Vasco. Fue la noche del viernes, cuando ocurrió la tragedia en la Patagonia argentina.
“Me ha contado que la bajada fue tremenda, muy complicada. Físicamente está bien, pero muy tocado anímicamente. Vio cómo sus amigos eran arrastrados por la nieve sin poder hacer nada para evitarlo”, ha dicho el amigo de Josu en declaraciones al diario Deia.
Ya el presidente de la Federación vasca de Montaña, Zigor Egia, a quien Josu informó de lo que había sucedido, dijo el pasado viernes que “hay unas familias hechas polvo y una comunidad montañera que también lo está”.
“Ese momento fue terrible. Todo fue rápido, no pudo hacer nada. Josu tuvo suerte, no sabe cómo, pero se protegió y no acabó sepultado por la nieve”, ha dicho el amigo.
Iker Bilbao, bombero por el que sus compañeros han hecho sonar las alarmas, Amaia Agirre y Josu Linaza habían subido a la cima del pico Fitz Roy, en la Patagonia argentina y ya bajaban cuando fueron sorprendidos por un alud.
La Comisión de Auxilio del Centro Andino El Chalten renunció el sábado a seguir buscando a los dos alpinistas, dándoles por muertos, debido al riesgo que representaba para el grupo de rescatadores.
La Comisión de Auxilio del Centro Andino El Chalten explicó que la grieta en la que se encontrarían enterrados los escaladores mide 100 metros de largo por 8 metros de ancho, aproximadamente, y 15 metros de profundidad hasta el tapón de nieve, desconociendo el fondo real que tiene.