Las bajas temperaturas complican mucho la vida a los alérgicos al frío que sufren de urticarias que se manifiestan en forma de ronchas y rojeces en la piel. La vida de Isabel Badía está condicionada por su alergia al frío.
“No tomo bebidas frías. En verano tampoco tomo helados…”, relata sobre una patología que se estima que sufre 1 de cada 100 000 personas en España. Cuenta que “el frío me ha producido este invierno una urticaria”.
“Su nombre es ‘urticaria frigolis’, lo que ocurre que al bajar la temperatura hay una liberación de sustancias químicas en el cuerpo -fundamentalmente la histamina- que produce, pues, la hinchazón, ronchas...”, explica José Manuel Barceló, alergólogo de Málaga.
Isabel Badía necesita clima cálido e intentar no bajar de los 20 grados: “No puedo someterme a cambios de temperatura bruscos y por eso estoy todo el rato controlando el calor”
“Algo tan simple como ir a una zona de refrigeración en supermercado, esa bajada de temperatura puede desencadenar un ataque de ronchas o hinchazón de la piel”, señala Barceló.
Isabel Badía cuenta que su alergia apareció “el año pasado con el comienzo del frio. Yo pensaba que era porque tenía alergia a los gatos y perros, pero no”.
Lo peligroso de este tipo de alergia es que la reacción sea generalizada. “Entonces se puede llegar a padecer un shock”, advierte Barceló.
A pesar de todo, no hay que alarmarse, la alergia no es de por vida: “Se va, es una enfermedad autolimitada, normalmente dura de cinco a seis años”
La mayoría tienen síntomas muy localizados, como Isabel Badía, que aunque vigila mucho la temperatura, su alergia al frío no le impide disfrutar del invierno.