Desalojo exprés en San Fernando de Henares, Madrid de un bloque de viviendas. La aparición de grietas en el edificio obligaba a sus 52 vecinos a abandonar sus casas en solo unos minutos. Han pasado la noche como han podido, pero sobre todo con miedo, después de que una vecina escuchara un crujido y se abriera su pared. Todo comenzó hace 15 años cuando la entonces, presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre inauguraba las obras del metro, una ampliación desaconsejada por los expertos.
Desde entonces, los afectados llevan tiempo denunciando a las autoridades las consecuencias de las obras de ampliación del Metro de Madrid. Hasta el momento no ha habido solución y muchos sufren las grietas y la inseguridad en su día a día.
"Tenemos miedo, esto va a peor", dice una de las vecinas que ha sido desalojada esta noche. Otra comenta que duerme a base de pastillas. Un hombre del bloque aledaño ya pone sus barbas a remojar y sospecha "que yo seré el próximo", asegura al periodista de Informativos Telecinco.
Los técnicos han evaluado la situación del edificio de San Fernando, desalojado esta noche, con los crujidos y la apareción de nuevas grietas. Los vecinos solo tuvieron unos pocos minutos para sacar sus pertenencias y dejar sus casas. Han asegurado que los daños no son estructurales, pero no saben hasta cuándo.
Las últimas grietas se han ido agrandando, se han desencajado las puertas y hasta en las calles se notan los efectos del desastre urbanístico con unas obras en el metro que fueron desaconsejadas en sus días por los expertos. ¡Pero quién iba a renunciar a las fotos electorales!
Casa por casa van desalojando todo el edificio en el que viven 52 personas. Un bloque que se encuentra en una de las zonas afectadas por las obras de la una línea del Metro de Madrid, y que se suponía que estaba estable tras realizar labores de consolidación.
Javier Corpa, el alcalde de San Fernando de Henares, ha dicho que el edificio está “precisamente en una zona donde la Comunidad de Madrid lleva inyectando hormigón desde hace semanasy esto constata que sus trabajos no están dando resultados”.
Entre bolsas y maletas, se miran con la incertidumbre de no saber si regresarán realmente a sus casas. Piden soluciones definitivas e inmediatas. Piden vivir tranquilos. “Esta ciudad ha dicho basta, no podemos seguir así”, insiste Corpa.
Porque en más de 15 años, 600 viviendas han sido dañadas, 41 edificios se han derruido y más de 80 familias han tenido que abandonar sus hogares y mientras esté llegando agua salada a la zona todo va a ir empeorando, asegura un geólogo que conoce la situación del barrio afectado.