La lucha “imposible” de Paloma: sus tres hijos tendrán que volver a ver a su padre, condenado por maltratarles

  • La mujer aportó varias grabaciones que probaban el maltrato físico y psicológico tanto a ella como a los pequeños

  • El progenitor logró cambiar su condena, que sumaba más de siete años de prisión, por una multa de 1.530 euros

  • Paloma no quiere que entre en la cárcel, lo que pretende es que no se repitan casos como el suyo

Paloma Delgado vivió durante años el maltrato físico y psicológico por parte de su pareja. Una violencia que sufrió tanto ella como sus tres hijos. Al final, después de años "de pesadilla", dio el paso y denunció los hechos, aportando más de 18 horas de grabaciones realizadas con su teléfono móvil. Audios e imágenes muy duras que sirvieron de prueba para condenar a su agresor y para demostrar que no es que ella estuviera loca, como él quería hacerla creer.  "A día de hoy, y ya han pasado seis años, me siguen viniendo flashes de todo lo ocurrido, aunque lo intento evitar porque me hace daño", explica.

El tribunal de Huesca condenó a su agresor a un año, nueve meses y un día por cada maltrato a cada miembro de la familia. Sumando, más de siete años de prisión. La sentencia fue recurrida y ratificada también por el Supremo. El alto tribunal reconoció que se había impuesto la pena mínima, pero cuando el asunto volvió a la Audiencia Provincial de Huesca para ejecutar la condena, el tribunal no sumó las penas y no solo no las sumó, sino que cambió el ingreso en prisión por 510 días de trabajos para la comunidad. Una labor que el hombre logró eludir a cambio de una multa de 1.530 euros.

¿Ha tenido que ver en todo ello que el condenado fuera concejal del PP en el Ayuntamiento de Huesca? Paloma no quiere entrar a valorar esa posibilidad, porque su problema no es que su agresor se librara de entrar en prisión, ni mucho menos, asegura a NIUS. Lo que le preocupa es que sus hijos tengan que volver a ver a su padre a pesar de que sea un maltratador y así va a ser si lo solicita, ya que el pasado 15 de diciembre se cumplieron los cuatro años de suspensión de las visitas.  

Ella no quiere ensañamiento ni venganza. Por no dar, no da ni el nombre de la persona que durante años hizo de su casa un infierno. Lo que quiere esta médico de familia es que la sociedad sepa que estas cosas suceden. Que la justicia ha dejado abandonados a sus tres hijos y que injusticias flagrantes como la suya no son solo historias de película. Judicialmente ya poco le queda por hacer, reconoce. Su lucha es "casi un imposible" porque para apelar al Constitucional y a la justicia europea tendría que tener un dinero y unas fuerzas que no acompañan. Su objetivo ahora es contar su caso de forma que este sirva de ejemplo, cambien las leyes y situaciones como la suya no vuelvan a repetirse, asegura en esta entrevista.

La justicia entiende que el bien del menor pasa por recuperar la relación con su padre aunque este le haya maltratado

Pregunta: “Ayúdanos, simplemente, a sobrevivir”. Estas son las palabras con las que animaba a la gente a firmar su petición en change.org. ¿Al final qué paso?

Respuesta: Pues que la Audiencia Provincial de Huesca dijo que no sumaba las penas, que el maltratador no entraba en prisión y que a partir de diciembre de 2022, es decir, desde ya, puede volver a ver a los niños si así lo solicita, lo que supone una vuelta al terror y a los ataques de pánico.

P. ¿Tiene miedo?

R. ¡Claro! Vivimos con la incertidumbre de que en cualquier momento llegue el mail o la notificación porque el padre quiera volver a verles. Yo no puedo estar bien si pienso que mis hijos no lo están o si voy a tener que volver al calvario del punto de encuentro o de las terapias de revinculación. Dicen que a partir de los 12 años se escucha a los menores, pero con 12 años ellos no eligen nada. Dicen que lo que prevalece es el interés del menor, pero lo que tampoco explican es que entienden que el bien del menor pasa por recuperar la relación con su padre aunque este le haya maltratado y el agresor ni tan siquiera lo reconozca. Si no lo reconoce no puede haber arrepentimiento ni recuperación. Hablamos de una persona que decía que la culpa era nuestra por haberle provocado y que hasta que no le pedías perdón el maltrato no acababa.

P. ¿Qué está dispuesta a hacer para proteger a sus hijos?

R. A llamar a todas las puertas para no quedarme con la sensación de que no he hecho todo lo que se me ha pedido o he podido, aunque el desgaste es infinito y lo nuestro ya casi es un imposible. No es nada fácil. Nadie te dice lo que cuesta. Yo ya llevo gastados unos 40.000 euros solo en procedimientos, con una cascada de contradenuncias por la otra parte, por no consultarle las extraescolares, por ejemplo. Es un desgaste constante con una clarísima disposición de castigo. Ahí está el caso de María Salmerón que ingresó en prisión por no cumplir el régimen de visitas ya que su hija de 15 años no quería ver a su progenitor. ¿Cómo obligas a una adolescente a hacer algo que se niega a hacer?

El consuelo que me queda es que todo esto tenga un porqué y que a raíz de lo nuestro se consiga una mejora

P. Sus hijos tienen ahora 17, 15 y 12 años ¿qué dicen de todo lo que está ocurriendo?

R. No mucho, no quieren hablar del tema. Cada uno lo lleva a su manera, pero lo han pasado realmente mal, no solo con el maltrato, también con la terapia de revinculación con su padre o las visitas en el punto de encuentro. Ha sido un auténtico calvario. El mundo judicial es tan relativo que todo puede pasar. Las leyes son flexibles y dependen de la interpretación que se haga de las mismas. Por ello, uno de mis hijos quiere ser juez para que otros niños no pasen por lo mismo.

P. Esta es también su reivindicación, expuesta la semana pasada en las Cortes de Aragón.

R. Sí, a mí ya me han condenado, así que el consuelo que me queda es que todo esto tenga un porqué y que a raíz de lo nuestro se consiga una mejora. La lista de peticiones podría ser infinita, pero mi propuesta es modificar la normativa vigente de forma que:

  • Haya una aplicación de la acumulación de penas cuando el delito sea sobre varios miembros de la unidad familiar, eso para nosotros hubiera supuesto la salvación. Hay que tener en cuenta que, cuando hay un maltrato, toda la familia lo sufre de forma directa o indirecta. El clima de esa casa es un golpe continuo y no puede ser lo mismo que maltrate a uno o que maltrate a los cuatro.
  • No se permita la conmutación de penas de prisión o trabajos en beneficio para la comunidad por una multa económica, porque eso no permite la rehabilitación y, de hecho, crea una imagen de impunidad total de cara a la sociedad.
  • Se limite trabajar con niños a gente condenada en firme por maltrato a menores.
  • La restauración de visitas no se haga de forma automática, sino que el juzgado haga una valoración psicosocial previa de ese niño y de ese padre, para saber si está realmente rehabilitado y si esa reunión es positiva para el menor o no. No puede ser que el menor sea un objeto que viene y va. El niño tiene sus derechos, tiene que tener una tranquilidad y estar seguro. Es algo más que un bien que cambia de manos.
¿Por qué la terapia para las mujeres maltratadas consiste en la liberación psicológica de su agresor, pero a los niños se les fuerza a que creen ese vínculo?

P. Pero siempre prevalece el interés del menor, ¿no?

R. Supuestamente sí, pero es que se interpreta que el bien del niño pasa por recuperar la relación con su padre, sin ver en qué condiciones está su progenitor. La ley tiene que proteger a los menores, pero estos están desprotegidos y sus derechos no prevalecen. Yo siempre me pregunto: ¿por qué la terapia para las mujeres maltratadas consiste en la liberación psicológica de su agresor, pero a los niños se les fuerza a que creen ese vínculo? Es algo completamente patológico, porque no está bien que te relaciones con una persona que te maltrata, aunque sea tu padre.

P. ¿En su caso, cuándo decidió dar el paso y poner fin a ese maltrato?

R. Era un maltrato diario. Durante años. Si se alteraba, por cualquier cosa, ya sabías lo que iba a pasar. Mi obsesión era proteger a los niños, pero llegó un momento en el que tenían mucho peligro dentro de casa, así que fui a la Unidad de Atención de la Familia y me dijeron que o ponía yo la denuncia o actuaban ellos de oficio. Mi drama era pensar qué iba a pasar con los niños, ¿les iban a proteger? Estas eran mis dudas cuando denuncié, en 2016. Después de cuatro años, de terapias de revinculación, visitas en los puntos de encuentro y tras el procedimiento judicial, hoy sigo sin tenerlo claro.

En 2025 recuperará todos sus derechos como padre

P. ¿Un deseo para 2023?

R. Yo no aspiro a otra cosa que a estar tranquila. El problema es que nos han condenado a no vivir en paz hasta que la pequeña cumpla 18 y entonces se respete su decisión de no ver al padre. El año que viene acaba la orden de alejamiento y en 2025 finaliza la suspensión de la patria potestad, entonces, recuperará todos sus derechos como padre. Con todo, considero que soy muy afortunada. Nosotros, al fin y al cabo, hemos tenido estos meses una suspensión de patria potestad que es lo que nos ha permitido sobrevivir. Hay situaciones mucho peores, de gente que ni te imaginas y que te lo cuenta a raíz de conocer tu caso. La violencia de género y el maltrato familiar continúan siendo un estigma, sigue habiendo muchos prejuicios y, a pesar de todas las leyes aprobadas en los últimos años, todavía se dan casos como el nuestro. La gente tiene que ser consciente de que algo así le puede pasar a cualquiera. Algo así también te puede pasar a ti.