En España hay este año 11.705 Menores Extranjeros no Acompañados, según datos del Registro del Ministerio del Interior hasta finales de octubre. Llegan cada año en pateras o en camiones. Cuando consiguen alcanzar la costa, arriesgando sus vidas, suelen terminar en centros saturados o mal gestionados, y una minoría acaba delinquiendo.
Eso ha ocurrido en los últimos días con varios menores de un centro de Madrid, el de Casa de Campo. Allí han detenido a cuatro chicos acusados de robo y los vecinos de la zona se quejan de la inseguridad en la zona. Aseguran que su queja no es racista, que sólo quieren recuperar la sensación de seguridad en la Casa de Campo. En esta instalación había un albergue para jóvenes estudiantes europeos que funcionaba y hace unos años debido a la llegada masiva de menores extranjeros a Canarias, la Comunidad de Madrid lo dedicó a ellos. Y los problemas no se deben a la falta de inversión porque el centro, que gestiona una asociación, ha recibido en dos años 6 millones de euros para albergar a 50 chicos.
Un problema que se reproduce en barrios de varias comunidades autónomas con instalaciones de este tipo. Varias ONG,s que ayudan a este colectivo piden una atención más personalizada porque muchos vienen con problemas graves tras vivir años en la calle y ser ingresados en centros grandes no es lo adecuado. "Si no se puede optar por el acogimiento familiar, pues hacer hogares más chicos. Cuanto tienes un centro grande los conflictos tienen más probabilidades de ocurrir", afirma Catalina Perazzo directora de Incidencia Social y Política de Save The Children.
Perazzo además critica que habitualmente se hable de estos menores siempre asociándolos a delincuencia, cuando hay muchos casos de éxito. Historias como las de Solaimán, Jounes y Khamis. Estos tres jóvenes llegaron en patera hace años a España y ahora, ya mayores de edad, comparten piso y trabajan. Los ha ayudado en su adaptación la asociación de familias solidarias para el desarrollo de Chiclana, en Cádiz. A uno lo han contratado en un taller mecánico, a otro en un restaurante. "Hay gente que roba, pero no somos todos iguales", afirman los chicos.
El peor momento que viven estos jóvenes es cuando se hacen mayores de edad porque pierden la protección pública. Eso les ocurrirá a 1.000 menas el proximo 1 de enero en Canarias. Cumplen 18 años y se quedarán en la calle, sin techo ni comida. Lo han denunciado los obispos de Canarias.