El papel del hombre en la lucha contra la violencia de género: “La hemos naturalizado hasta tal punto que no la vemos”
El 25 de noviembre es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
Este año la campaña del Gobierno va dirigida por primera vez a los hombres, NIUS ha hablado con varios que luchan activamente contra esta lacra
"Tenemos que dar tres pasos, un paso adelante a favor de la igualdad, un paso atrás de nuestros privilegios y un paso al lado para acompañar a las mujeres en este proceso"
"Si ni tú ni yo hemos sido, entonces, ¿quién?, si no vas a hacer nada para pararlo ¿entonces quién? Es la pregunta que ha lanzado el Ministerio de Igualdad en su campaña para este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Una pregunta y una campaña que por primera vez va dirigida a los hombres, que busca su participación y concienciación como la única forma de acabar con el machismo en la sociedad y con la violencia de género.
"Sin los hombres es imposible acabar con esta lacra por dos razones muy básicas", dice a NIUS David Kaplún, socio de Ahigue, la asociación de hombres por la igualdad de género. La primera porque somos los hombres los que en la mayoría de los casos ejercemos la violencia y la segunda porque representamos casi el 50% de la población y no se puede dejar de lado a la mitad de la sociedad para solucionar un problema que afecta a todos", defiende.
"Es necesario mandar este mensaje para que el hombre se sienta responsable, comprometido y protagonista del cambio", añade Miguel Lorente, uno de los mayores expertos en violencia machista. Exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género entre 2008 a 2011 y actualmente profesor de Medicina Legal en la Universidad de Granada. "Se nos tiene que hacer partícipes porque en general los hombres creen que este un problema que no va con ellos, que es algo que hacen otros. Si tú preguntas a cualquier hombre te va a decir eso de yo no soy machista, yo no soy maltratador, porque siente que los machistas y maltratadores son personas muy distintas a él", explica, "por lo interiorizados que tenemos determinados comportamientos".
Todavía el 15% de los jóvenes españoles varones creen que la violencia de género no existe y es un "invento ideológico", según el último estudio de la Fundación FAD, presentado este mismo jueves. "El problema es que al ser hombre hemos naturalizado la violencia, a tal punto que hemos invisibilizado el daño que ejercemos", indica Kaplún. Vemos los micromachismos diarios y los actos de violencia cotidianos como bromas, como cosas sin importancia, como situaciones que debes repetir para ser como el resto".
No obstante, según los datos de FAD la concienciación entre los jóvenes es cada vez mayor, el 67% de los chicos y el 82% de las chicas afirma que la violencia de género es un problema social muy grave. "Llama la atención que sean muchas más las jóvenes que lo vean como un problema que chicos. Esto demuestra que los hombres estamos mucho más inmersos en la corrupción machista y que cambiamos menos, mientras que las chicas están rompiendo con esa construcción y cambiando más", asegura Lorente.
"Entonces, eso quiere decir que hace falta que impliquemos a los chicos y que lo impliquemos con referencias positivas para que se incorporen al cambio, claro, pero también cuestionándolos. Esto no puede ser un favor que se les pide a los hombres. Esto es una responsabilidad que hay que exigir, porque no es admisible que los chicos podamos estar en posiciones de poder y de dominio sobre las mujeres", esgrime Lorente.
El por qué de la escasa implicación masculina contra la violencia machista
"Por un lado está eso que se comentaba antes de que parece que no tenemos arte ni parte en el asunto porque hacemos lo que hacen los demás hombres, entonces bueno, pues nos parece normal. Ayer estaba en una jornada y se había puesto un vídeo donde le hacían una entrevista a unos chicos, primero les preguntaban qué opinaban de la violencia de género y contestaban que es algo terrible, que no debería pasar, que los que la ejercen son inhumanos, etc. Luego les preguntaban, ¿lleváis encima burundanga? Y empezaban a explicar que eso no, que ellos preferían otros químicos menos agresivos para utilizar con las chicas. No podía creerlo, cuando dos preguntas antes estaban describiendo a los hombres que ejercen la violencia de género como unos monstruos", detalla Kaplun. "Ese es uno de los problemas. Hemos naturalizado a tal punto la violencia que no la vemos".
Luego está también el hecho de que como no nos afecta directamente, no es algo que coloquemos como una prioridad y que no queremos cambiarlo porque pensamos que no estamos perdiendo en este modelo".
"El hombre no se implica porque defiende sus privilegios, defiende una normalidad ventajosa para él", apostilla Lorente. "Y eso lo tienen muy claro. En los últimos tiempos estoy notando una resistencia enorme en este sentido. Ahora, por ejemplo, cuando hablo en la Universidad o doy alguna charla en institutos, no te puedes imaginar los discursos elaborados que tienen algunos jóvenes negacionistas de la violencia contra la mujer, antes decían lo típico de que la mujer maltrata también y ya está, pero ahora vienen con argumentos defendiendo que hay una estrategia contra los hombres para cambiar el actual orden".
Un problema cultural, no conductual
"Yo siempre repito que el machismo es cultura, no es conducta. Tenemos identificado el machismo como ciertas conductas que llevan a cabo algunos hombres sobre ciertas mujeres en determinadas circunstancias. Es decir, no se puede fragmentar y contextualizar más la idea de machismo, cuando es todo lo contrario. La normalidad es machista porque viene definida por una cultura androcéntrica donde se da por hecho que hay ciertas cosas que son como son y, cuando hay conflictos, que se tienen que resolver como está previsto que se resuelvan. A partir de ahí, las expresiones pueden adquirir mayor o menor gravedad", explica Lorente.
"Es como cuando la víctima te dice mi marido me pega lo normal, o mi marido nunca me ha puesto la mano encima, pero claro, yo tampoco le he dado motivo. Entonces, al final creemos que no hay machismo porque no hay violencia y no hay violencia porque la mujer no da motivo, porque entiende que no puede dar motivo. Pero todo eso no lo decide ella, viene definido por la propia cultura y ese tipo de gestos de control forman parte de lo que es la estrategia que pretende la violencia de género, que es controlar a la mujer. La violencia contra las mujeres en la relación de pareja no busca dañar a la mujer. El daño se produce como una consecuencia del control cuando el agresor entiende que la mujer ha hecho algo que no debería haber hecho y que por lo tanto tiene que corregirla o castigarla", explica el experto.
"Ahora hay un 43% de mujeres que dicen que no denuncian porque la violencia que sufren no es lo suficientemente grave, es decir, que se le da pie a que haya una violencia dentro de la relación y se acepta que esa violencia tiene que estar dentro de unos límites y que solo cuando no está en los límites es cuando hay que denunciar. Todo eso es cultura, es construcción cultural. Eso no viene en la genética", arguye.
Tomar conciencia y actuar
"Yo doy charlas de concienciación en centros educativos de primaria, de secundaria y educación superior y es cierto que no saben identificar en muchas ocasiones la violencia machista, ni tampoco que son partícipes de la misma, pero cuando les pones ejemplos cercanos, cuando se lo explicas lo entienden perfectamente. A todos les hace gracia cuando uno le toca el culo a una chica en la discoteca, pero ya les hace mucha menos si esa chica es su amiga o su hermana. Entonces, cuando les dices que para que personas que ellos quieren no tengan que pasar por esto ellos deben de dejar de entender las relaciones con las mujeres desde este punto de vista lo comprenden", cuenta Kaplún.
"Yo siempre les digo a los chavales: no sois responsables de la formación que habéis recibido, pero sí de lo que vais a hacer con ella, porque si no lo cambiáis y seguís reproduciendo este modelo, al final vais a ser los agresores de aquí a un tiempo".
"El primer paso es darte cuenta de que tú has ejercido ese daño en algún momento y luego querer cambiarlo. No es fácil porque hay que aprender nuevas maneras de relacionarnos, entendiendo que el daño ha sido como una moneda que se nos ha permitido usar durante un montón de tiempo, una moneda a través de la cual teníamos reconocimiento de grupo, teníamos poder, teníamos aceptación y esa moneda tenemos que decidir dejar de usarla, porque esa moneda se nos sigue dando continuamente. Entonces, el hecho de decidir dejar de usarla es un trabajo de conciencia y creo que eso es lo que falta. No tanto un trabajo cognitivo, sino un trabajo más ético, un trabajo filosófico y un trabajo también corporal, porque tengo que ejercitar nuevas formas de ser y no me salen solo porque me diga mira, ahora los hombres tenemos que comportarnos así o asá, funcionan en la medida en que vemos que hacen menos daño", recalca.
La educación, el arma para acabar con la violencia de género
"Todo lo que se está haciendo es para tratar las consecuencias, que está bien, porque ayuda a la víctima, pero no es suficiente", esgrime Lorente. "Junto a las consecuencias de la desigualdad, tenemos que trabajar en la causas. ¿Cómo hemos acabado con la pandemia?, pues tratando a las personas enfermas, vacunando a todo elmundo, poniéndonos mascarillas... Hemos tenido que actuar sobre las personas no enfermas para que no enfermaran y para evitar que se propagase la epidemia, pues con la violencia de género pasa igual. Si tú quieres cambiar una situación estructural, pues tienes que tratar las causas, las consecuencias, por supuesto, pero también las causas. Tienes que poner mascarilla, tienes que poner lavado de manos, distancia de seguridad, tienes que trabajar en el antes, porque cuando ya se ha producido el machismo, y se ha producido en todas las personas porque es cultura, pues ya la mascarilla sirve para poco. Antes de llegar a eso es muy necesario acabar con la capacidad de transmisión, por utilizar el símil, y eso se consigue con educación, concienciación, etcétera.
"Yo invito a todos a hacer una transformación para que puedan sacar de sí mismos una mejor versión", definde Kaplún. "Es cierto que aún somos pocos los que lo hemos hecho, pero también es cierto que cada vez somos más los que lo intentamos".
"Los hombres debemos cuestionarnos nuestro modelo de ser hombres, entender que si mucha gente, la mayoría de la mujeres, piensan que la violencia machista es un problema grave, si hay un 82% que lo piensa, igual es que estamos equivocados, igual es que algo podemos cambiar", indica Lorente. "Yo creo que debemos entender que la lucha de las mujeres no es contra nosotors, sino para que nosotros formemos también parte de este cambio, que es imparable".
"A mi me gusta decir que los hombres tenemos que dar tres pasos, un paso adelante a favor de la igualdad, un paso atrás de nuestros privilegios y un paso al lado para acompañar a las mujeres en este proceso", concluye Lorente.