¿Pueden embriones congelados hace tres décadas ser viables? Sí pueden. Así lo han demostrado los mellizos Lydia y Timothy Ridgeway, nacidos el pasado 31 de octubre, fruto de dos embriones que habían sido criogenizados en 1992. Es decir, 30 años antes, cuando sus padres aún no habían cumplido los seis años de edad.
Ese año, en 1992, una pareja estadounidense decidió someterse a un proceso de fertilidad tras el cual quedaron cinco embriones. Cinco óvulos fecundados por espermatozoides que fueron criogenizados a -200 grados centígrados para revitalizarlos en un futuro. Pero hace unos años, viendo que ya no los iban a utilizar, la pareja decidió donar estos embriones para que pudieran ser empleados por otras personas. Así fue.
En 2021, los Ridgeway, que tenían ya cuatro hijos, decidieron volver a ser padres mediante embriones congelados. Para ello, fueron a una clínica de reproducción asistida de Knoxville, en el estado de Tennessee (Estados Unidos), y solicitaron que les fueran transferidos los embriones más antiguos, los que más tiempo llevaban esperando en los tanques de congelación, y fueron los de 1992.
De los cinco embriones, dos no superaron el proceso de descongelación. Rachel decidió que se transferirían los otros tres. Dos salieron adelante. Lydia y Timothy, los pequeños de los Ridgeway, cuyos embriones estuvieron guardados durante casi 30 años en diminutas cánulas almacenadas en nitrógeno líquido a casi 200 grados bajo cero.
Los mellizos han batido un récord que hasta ahora tenía Molly Gibson, nacida en 2020 de un embrión que había estado congelado durante casi 27 años. Avances de la ciencia que, una vez más, plantean ciertos interrogantes ¿Dónde está el límite? ¿Hay un tiempo a partir del cual el embrión congelado deja de ser viable? ¿Cuál es la evidencia científica al respecto y cuál es la legislación vigente en España?
"Está claro que la ciencia a nivel reproductivo es una ciencia que avanza, podemos hacer estas cosas: embriones congelados hace tres décadas pueden sobrevivir, implantar y dar gestaciones", explica Silvia González, ginecóloga especialista en reproducción del IVI de Barcelona. En todo caso, indica, no es lo habitual, entre otras cosas porque a la hora de transferir un embrión donado no se suele tener en cuenta desde qué año está guardado, sino las características que lo hagan más compatible con la futura madre.
Coincide con ella el doctor Alfonso Bermejo, director médico de la clínica miniFIV. "No hay límites de mantenimiento. Los embriones no empeoran su calidad ni descongelan peor con el paso del tiempo", asegura el ginecólogo. Lo que sí supuso un cambio, explican los expertos a NIUS, es el paso de la congelación lenta a la vitrificación, un proceso más rápido y más eficaz para preservar los embriones.
La vitrificación es la técnica incorporada por las clínicas españolas desde 2007. Se trata de un "sistema muy eficaz, que durante estos 15 años ha permitido que la pérdida de embriones en la descongelación sea mínima", asevera el doctor Bermejo. Al ser un proceso de congelación rápido, posibilita una mayor supervivencia del embrión congelado, "con tasas cercanas al 95% y con un éxito de implantación similar a los embriones en fresco", añade la doctora González.
Con la congelación lenta, los embriones no sobrevivían tanto ni implantaban tan bien. Entonces, ¿qué pasa con los embriones congelados existentes? En IVI Barcelona ya no quedan embriones congelados para la donación, pero sí que se guardan los embriones de personas que se sometieron a los tratamientos de fertilidad antes de 2007 y que están ahí, en los centros de reproducción, explica Silvia González.
De año en año, las clínicas están obligadas a contactar con los pacientes, que deberán pagar un precio que puede alcanzar los 300 e incluso 500 euros anuales, para la conservación de sus embriones. Son ellos, indica Alfonso Bermejo, los que deciden qué quieren hacer con los embriones que tienen congelados. Los pacientes pueden optar por:
En este último supuesto, la clínica solo puede desechar los embriones cuando la paciente ya no cumpla criterios para un nuevo embarazo, normalmente, superar los 48-50 años, la edad límite fijada por consenso por las clínicas de reproducción. Hasta llegar a ese punto, estos centros deben conservarlos por si los pacientes decidieran dar marcha atrás en su decisión y finalmente utilizarlos.
"Si los pacientes no contestan nunca (hay un protocolo que incluye el envío de burofaxes), es la clínica la que puede decidir qué hacer con ellos", constata el director médico de miniFIV, aunque nunca destruirlos antes de que la mujer cumpla los 48-50 años. "Es cierto que en los centros de reproducción tenemos un stock de embriones cercano al 10% del que no tenemos ningún tipo de consentimiento de los pacientes, pero tampoco podemos hacer nada con ellos, están como en un limbo", reconoce Silvia González. Lo que dice la ley es que si al cabo de un tiempo los pacientes se han desentendido, es la clínica la que decide qué hacer con estos embriones, si donarlos a la ciencia o destruirlos, porque donarlos a otras parejas no está permitido en este caso. "Afortunadamente, es un pequeño porcentaje, se valora caso por caso y se decide qué hacer con ellos", asegura la ginecóloga..
La mayoría de los embriones congelados en España antes de 2007 son de pacientes que tienen ya más de 50 años, pero aún existen pacientes con embriones con congelación lenta que buscan nuevas gestaciones. "Cada vez van a quedar menos embriones, aunque es cierto que a estos se les tiene que dar una salida para no generar almacenes de embriones sin ningún destino, sostiene Silvia González.
Es difícil que en España se repita un caso como el de Estados Unidos, consideran los expertos, porque a la hora de implantar un embrión donado no se tiene en cuenta cuándo fue congelado, sino más bien cómo. Aunque es cierto -reconocen- que hay pacientes que piden cosas insospechadas, que a nivel médico no tienen importancia, pero que para ellos sí la tienen. "Todavía recuerdo a la mujer muy mística que vino a mi consulta para someterse a un tratamiento de fertilidad mediante embriones donados y que solo hizo una petición: que fuera un embrión que estuviera solo, sin otros embriones congelados que le acompañaran", rememora la ginecóloga especialista en reproducción asistida.