Embriones sin óvulos, sin esperma ni útero. Solo con células madre. Se ha logrado ya con ratones y el siguiente paso es en humanos. El objetivo: conseguir órganos, aunque no es el único. En la lista de posibilidades también está, por ejemplo, hacer copias embrionarias de mujeres con infertilidad por edad o lograr reiniciar el sistema inmunológico de una persona mayor. En definitiva: facilitar la reproducción de la especie y luchar contra el envejecimiento. "Hacernos a todos jóvenes y saludables", promete la empresa NFX que ha financiado el proyecto.
Un enorme avance científico con también enormes implicaciones éticas, desarrolado por la compañía Renewal Bio. Al frente del equipo, el biólogo Jacob Hanna, del Instituto de Ciencias Weizmann en Rejovot (Israel). Tal y como se ha publicado en la revista Cell y se ha analizado en Mit Technology Review, Hanna y su equipo ya han sido capaces de formar embriones de ratón "de aspecto muy realista". Lo han hecho no a través de la fecundación in vitro, sino a partir de células madre de ratón que han hecho crecer en un útero mecánico durante varios días hasta que desarrollaron corazones latiendo, sangre fluyendo y pliegues craneales.
Conseguido esto, ya están trabajando para hacer lo mismo a partir de células humanas y producir modelos artificiales de embriones de personas que sean el equivalente a un embarazo de mes y medio, unos 40 o 50 días, ya que en esa etapa se empiezan a formar los órganos vitales. La ciencia ya es capaz de cultivar tejidos simples, como cartílago o hueso, pero ha encontrado difícil fabricar células y órganos más complejos. Un embrión, sin embargo, comienza a construir el cuerpo de forma natural, es la mejor bioimpresora 3D, la mejor maquinaria para hacer órganos o tejidos adecuados, considera Hanna, experto en células madre.
"Los últimos 25 años han sido extraordinarios en el desarrollo de técnicas que podríamos englobar bajo el paraguas de 'medicina regenerativa', todo empezó con la oveja Dolly", explica a NIUS Lluís Montoliu, Investigador científico del CSIC y del CIBER de Enfermedades Raras, y vicedirector del Centro Nacional de Biotecnología. Tal y como detalla Montoliu, los embriones artificiales de Jacob Hanna podrían ser una fuente de diversos tipos de células para utilizar en medicina regenerativa. Células con las que reparar el cuerpo del paciente-donante que habría dado alguna de sus células (por ejemplo, de la piel) para generar esas células madre a partir de las cuales se habría creado este pseudo-embrión que representaría algo así como un repositorio de tejidos de repuesto para la persona inicial.
La técnica empleada para lograr esta réplica de embrión es cultivando células madre en suero sanguíneo y oxígeno. Células madre que, según lo anunciado por Renewal Bio, cuando se cultivan juntas en recipientes de formas especiales se unen espontáneamente e intentan formar un embrión, produciendo estructuras que se denominan embrioides, blastoides o modelos de embriones sintéticos.
Muchos investigadores insisten en que, a pesar de las apariencias, estas estructuras tienen una relación limitada con los embriones reales y un potencial nulo para desarrollarse por completo. Aunque Hanna y su equipo consiguieron que los embriones de ratones comezaran a latir. Ya hay voces dentro de la ciencia que se muestran reacias a imitar demasiado los embriones reales. "Los avances son espectaculares y desafían nuestros límites del conocimiento biológico y nuestros estándares éticos", asegura Lluís Montoliu.
La creación de embriones humanos sintéticos ad hoc, para poder ser usados eventualmente en medicina regenerativa, es un paso más en el desarrollo de células y tejidos personalizados, pero según el vicedirector del Centro Nacional de Biotecnología, existen muchas dudas sobre si se puede calificar estas estructuras embrionarias sintéticas como verdaderos embriones, o si llegarían a progresar hasta el nacimiento y dar lugar a un bebé si se implantaran. "Muchos científicos pensamos que no, pero lo que está claro es que deberemos reevaluar nuestros límites y nuestra legislación vigente", señala.
"Todos consideramos un avance extraordinario que a partir de un 1 cm2 de piel intacta de una persona quemada pueda cultivarse y crearse en cultivo hasta 1 m2 o más de piel que pueda implantarse y salvarle la vida a esa persona. El procedimiento de Hannah no es muy distinto, solo que genera debate e inquietud entre todos nosotros porque la estructura intermedia que crea para obtener las células reparadoras finales se parece demasiado a un embrión, y esto puede llevar a algunas personas a deducir que se están creando nuevas vidas con la única finalidad de servir de repuestos para solventar posibles problemas que el paciente-donante original pudiera tener a lo largo de su vida", reflexiona Montoliu.
Tal y como indica el experto, la empresa de Hannah no está interesada en crear vida ni en implantar estos embriones ni en generar réplicas en miniatura de individuos. En todo caso, el planteamiento -subraya el investigador del CSIC- requerirá de una oportuna reflexión ética y legislativa, que recomiende y regule el proceso y establezca los límites que no deberían sobrepasarse, como, por ejemplo, sería mantener estos embriones sintéticos desarrollándose hasta que empezara a aparecer el sistema nervioso central, el cerebro de estos embriones, su capacidad de sentir dolor, de percibir...
Según Lluís Montoliu, "nuevamente la ciencia va por delante de la ley y nuevamente debemos acudir a una reflexión ética, pausada, prudente, con la participación de diversas disciplinas (no solo los científicos) para que de este debate surjan los posibles beneficios biomédicos que estas nuevas técnicas podrían aportar a la medicina regenerativa, sin olvidar establecer los límites de su aplicación para evitar el mal uso de estos avances científicos".