El jurado popular del caso del 'cráneo de Castro Urdiales' ha declarado culpable de homicidio a Carmen Merino, la mujer acusada de asesinar y decapitar a su pareja, Jesús María Baranda, basándose en las búsquedas que hizo por internet y en la reiterada compra de productos de limpieza. Así lo ha resuelto este viernes el tribunal por mayoría, tras considerar ocho de sus nueve miembros que participó como autora en la muerte del hombre.
Los jurados han deliberado a lo largo de todo el día en la última jornada del juicio contra la acusada, que se ha celebrado durante esta semana y la anterior en de la Audiencia Provincial de Cantabria y que, tras el veredicto, ha quedado visto para sentencia. Una vez emitido el veredicto del jurado -compuesto de un total de 13 puntos-, Merino, de 64 años, será condenada por un delito de homicidio con agravante de parentesco. La Fiscalía y la acusación particular han solicitado la condena máxima y la defensa la mínima. Se enfrenta a 25 años de cárcel.
El jurado popular la ha considerado culpable porque creen que la mujer participó como autora en la muerte de su pareja. Este punto es importante, porque a las 18:00 horas se ha tenido que hacer un receso. El jurado no avanzaba del punto número dos -de 13-, en el que se les pedía que decidiesen si ella había causado de manera intencionada la muerte de su pareja.
El magistrado, en una audiencia pública, les ha explicado los matices y les ha permitido cambiar esa "autoría" por esa "participación de manera intencionada", siempre que dijesen si era como autora o como cómplice del homicidio de Jesús María Baranda.
La acusada lleva en prisión provisional tres años. El crimen se produjo en 2019. Merino, natural de Sevilla, llevaba tiempo viviendo en Castro Urdiales cuando conoció a Jesús María, un vizcaíno, exempleado de banca, de 67 años, que también residía en el municipio. Ambos mantuvieron una relación hasta que el mes de febrero de aquel año el hombre desapareció de forma repentina. La procesada, sin embargo, justificó que estaba de vacaciones.
La familia del desaparecido no se mostró convencida con esta versión y comenzó su búsqueda durante varios meses. La Guardia Civil alertó a Merino de que iban a registrar su casa y fue entonces cuando esta llevó una caja a la casa de su amiga para que se la guardara. Le comentó que eran juguetes sexuales y que no quería que los vieran. Sin embargo, la vecina comenzó a notar un fuerte olor. Por ello, avisó a las autoridades y, al abrirla, los agentes encontraron el cráneo del hombre. El día después, la acusada fue detenida.